Sin lugar a dudas, a la mayoría de los ciudadanos nos causó sorpresa e indignación cuando tuvimos noticias de la entrevista que mantuvieron los ministros de Exteriores de Estados Unidos y Rusia, en Arabia Saudí, para hablar sobre la actual situación de Ucrania. Que fuera en Arabia Saudí ya indicaba que las cosas transcurrirían por derroteros autoritarios. Y así fue. Trump apoya la invasión de Ucrania por parte de Rusia y responsabiliza a Zelenski de esa invasión.
Más temprano que tarde, Trump dejará la presidencia de Estados Unidos. Podrá ser por terminación de mandato o por la edad o por su brutal enfrentamiento con Elon Musk. Ya se sabe que en el vértice de un triángulo solo cabe un gallo. Si algún otro pretende meter sus garras en ese vértice o cae uno o caen los dos. Lo que es seguro es que la pelea está cantada. Trump se enfrentará con Musk y veremos quién cae de los dos.
Cuando uno se mira en un espejo caben dos posibilidades: o aceptar lo que el cristal refleja o pelear para demostrar que se es distinto de lo que se ve.
El espejo es un objeto indispensable para que podamos entendernos y comprendernos. Donald Trump decidió mirarse en el espejo de la Unión Europea. Y allí se vio feo. El espejo europeo reflejaba la diversidad, el multilateralismo, las libertades individuales, el Estado de Derecho, los Derechos Humanos y la pluralidad política junto con la diversidad.
No hemos nacido para redimir a la sociedad, al pueblo; nadie nos lo ha pedido. Los redentores se acaban cuando tienen que bajar del púlpito y enfrentarse a la realidad
Felipe González y Alfonso Guerra / Europa Press (Foto de ARCHIVO)
Milito en un partido, el PSOE, del que me siento profundamente orgulloso. Yo milito en un partido que consolidó la democracia en España. A partir del año 1982, los gobiernos socialistas fueron capaces de cimentar un sistema democrático que llevaba cinco o seis años en vigor pero que se tambaleaba como consecuencia del terrorismo etarra y de los intentos de golpe de Estado; el más conocido, el del teniente coronel Antonio Tejero. Yo estaba allí. Nadie me tiene que convencer de nada. Aquello era todo menos una farsa. Si los Geos hubieran decidido entrar a sangre y fuego, como se pensó en determinado momento, la sangría hubiera sido espectacular y el golpe hubiera triunfado. Para quien dude del peligro que corrió la democracia, debe saber que ese no fue el único intento para acabar con la libertad. Ya se amagó antes con la Operación Galaxia y, después con otras intentonas como la de la noche del 28 de octubre de 1982 y la del Día de las Fuerzas Armadas, en Zaragoza, cuando se pretendía volar la tribuna de autoridades con la familia Real al completo y parte del Gobierno con su presidente a la cabeza. Gracias a la acción del gobierno socialista el golpismo es un mal recuerdo y la democracia que heredaron quienes vinieron detrás de los gobiernos de Felipe González está consolidada.
No sé como alguien puede exhibir orgullo por haber abandonado a su suerte a quienes quisimos engañar llevando a Afganistán las ventajas de las democracias occidentales
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Intolerables, insoportables, insufribles, inadmisibles, abominables, indefendibles. Cualquiera de esos adjetivos puede añadirse a las declaraciones que el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, hizo la semana pasada al diario El País. “El motivo para ir a Afganistán era impedir ataques contra EEUU y otros aliados, y durante 20 años hemos impedido que Afganistán fuera el santuario de grupos terroristas que pudieran planear y organizar atentados contra los países de la OTAN. Eso ha sido un logro significativo. El plan no era estar allí para siempre”. Seguía Stoltenberg con que “la intervención no era para proteger Afganistán”. Según el secretario general de la Alianza Atlántica, si no hubiéramos gastado tantos millones de dólares y sacrificado tantas vidas, seguramente, los atentados que hemos sufrido en Europa en los últimos 20 años hubieran sido muchos más.