A vueltas con los derechos de autor (El correo de Andalucía)

El pasado viernes participé en una Mesa redonda, organizada por la Asociación de Usuarios de Internet, en el Senado, con motivo de la conmemoración del Día Mundial de Internet. El título de la Mesa era: “Creación sostenible. Un reto de todos”. La pregunta que formuló el moderador a los miembro intervinientes fue: ¿Desde su punto de vista qué tenemos que hacer y qué debería cambiar para conseguir un ecosistema sostenible y atractivo tanto para el creador como para el usuario de sus contenidos?
Lo primero que formulé cuando me tocó intervenir fue contestar con otra pregunta: ¿Creación sostenible para todos o creación sostenible para los creadores a costa de los ciudadanos? Años después de que este tema haya sufrido mil y un debate, seguimos en lo mismo y con lo mismo, sin que los que defienden a ultranza los derechos de autor tal y como se han concebido hasta ahora, se hayan enterado de que es la sociedad, y no ellos, la que decide la forma de consumir la cultura en sus diferentes variantes. Salvo que los que quedaron anclados en el pasado saquen un decreto obligando a la gente a comprar libros y discos, no tendrán más remedio que tratar de buscar nuevas fórmulas que compaginen los derechos de autor sin perjudicar al resto de la sociedad, limitando el uso libre de Internet.
El debate me pareció algo fuera de contexto porque no se compadece muy bien la preocupación de la industria cultural por el futuro de la creación, cuando la sociedad vive inmersa en problemas mucho más transcendentes que saber que, si como consecuencia de la aparición de Internet, la creación cultural tendrá más o menos futuro y si aseguramos o no el sustento de los creadores a través del mantenimiento de sus derechos históricos. ¿Qué le importará a un ciudadano ese asunto en unos momentos donde se cierran hospitales públicos o se reduce el número de profesores en todos los niveles educativos? ¿Qué le importará el futuro de la creación artística a quienes les echan de sus casas o de sus trabajos?
Pero, al final se debatió. Mantuve la siguiente tesis: No se sabe qué hacer para mantener el ecosistema sostenible de la creación, pero sí sabemos lo que no hay que hacer.
Sabemos que el coche que nos trajo hasta aquí se averió y ya no puede circular, por lo que resulta obligatorio eliminar las reliquias del pasado. Yo no sabía lo que era Spotify o lo que era iTunes hace cinco o seis años. Tampoco sé cómo serán las cosas en ese sector dentro de un lustro. Lo que sí sé es que Spotify no existiría si hubiera que haber tenido que pedir permiso para ser creado por quienes lo hicieron en una red libre. Google, Wikipedia y tantas otras herramientas surgieron porque la red es libre y porque Internet se va creando día a día con la aportación de todos. Internet está basado en la libre circulación de la información. Eso genera una sociedad que funciona a través del intercambio libre de información. Sociedad en la que entran y salen los analógicos, pero en la que viven, estudian, se informan, trabajan, se enamoran, se hacen amigos, se pelean… los digitales.
Sé que no hay que alterar las bases por las que se creó Internet. Si la información que proporciona Internet atenta contra la legalidad, ya habrá algún juez que se encargue de sancionarla.
Sí sé que estamos ante el mismo problema que afecta a otros gremios que tienen o han tenido que enfrentarse a cambios tecnológicos importantes y, consecuentemente, a la aparición de una nueva sociedad; acuérdense de los fabricantes de las maquinas de escribir, de los fabricantes de carretes de películas para las cámaras analógicas, de los dueños de las diligencias, de los fabricantes de discos de vinilo o de las cintas de casetes, etc. Algunos de ellos podían haber pedido que se prohibiera la fabricación de locomotoras y el tendido de vías férreas, pero hubiera sido un ejercicio absurdo porque nunca nadie ha sido capaz de parar el progreso.
Si sé que si todo el dinero que se lleva gastado en pagar sistemas de control lo hubieran destinado a encontrar nuevas formas de negocio en la creación cultural, hoy no seguiríamos hablando de cómo mantener al creador a costa de la gente. Las Sociedades de Gestión de los Derechos de Autor no tienen dinero suficiente para pagar a un millón de inspectores para que

Las sociedades de gestión de derechos de autor no tienen dinero para pagar a un millón de inspectores para controlar internet

controlen a los que ellos llaman “piratas”, pero sí existe un millón de personas dispuestas a sublevarse contra quienes pretendan controlarles y a tumbar sus Webs cada vez que se les antoje. Los que fueron capaces de hacer Wikipedia por amor al arte, son capaces de hacer cualquier cosa por el mismo interés.
Sí sé que sería mucho más sensato revisar el concepto de propiedad intelectual en la sociedad digital y dejarse de perseguir a jóvenes a los que se les insulta gratuitamente llamándoles “piratas”, lo que, a su vez, constituye un estímulo para ellos.
Todo el mundo tiene derecho a pretender vivir de su creación, siempre que no pretenda seguir haciéndolo del derecho de copia, porque en la sociedad digital no existe el formato en el que se envolvían esas creaciones.

Descargar página del periódico en formato PDF

Scroll al inicio