Aeropuerto 75 (El correo de Andalucía)

Quienes aun no se hayan enterado de lo que está pasando en nuestro país es porque no quieren enterarse. Los políticos de la oposición tratan de hacerlo en un ejercicio vano e inútil. La izquierda sabe bien lo que está ocurriendo a propósito de la crisis. Se está atacando al tumor cancerígeno con quimio y radioterapia, aparentemente para destruirlo, pero lo que se busca es eliminar las células buenas que mantenían el estado de bienestar, construido a partir de 1978.
Quien haya visto la película Aeropuerto 75 encontrará una gran similitud entre la historia que cuenta Jack Smight y la que estamos viviendo en estos momentos. Murió, electoralmente hablando, el piloto anterior, y un pasajero se hizo cargo de los mandos del avión. Cuando se sentó en la cabina de mando, descubrió que no sabía cómo hacer para que la nave recobrara altura. Ante su ignorancia, no le quedó más remedio que llamar a la torre de control para recibir instrucciones. El pasajero-piloto es Rajoy; el controlador es Ángela Merkel.

Dejar la defensa del estado autonómico y la Constitución en manos del PP es un error que el PSOE no se puede permitir

El pasaje se mantiene a la espera temiendo lo peor. Unos rezando; otros gritando o tratando de entrar en la cabina que está herméticamente cerrada y protegida por el personal de vuelo; otros llamando por el teléfono móvil a sus padres para que se hagan cargo de sus hijos.

Eso es España. Un avión que no sabe dónde va. Un pasaje que ha perdido cualquier atisbo de esperanza. Un controlador que no tiene más deseos que salvar sus intereses y no los del pasaje. Una parte del pasaje está convencido de que entre ellos hay gente con capacidad para conducirles a aeropuerto seguro. Esa gente no puede ser otra que las del PSOE que ya se hizo cargo de la aeronave unos años antes, cuando el país, de nuevo, volaba sin rumbo.
El problema es que ese partido tiene que convencer a la mayoría de los pasajeros de que puede sustituir al piloto incompetente. ¿Cómo hacerlo?

Lo primero es aclarar el destino al que se quiere conducir a España. A continuación, explicar qué hay que hacer para alcanzar ese destino. En tercer lugar, dibujar la forma como queremos hacerlo. Por último, las razones por las que queremos alcanzar ese destino. Sería en ese momento cuando tendríamos que decidir quién se ocuparía de ocupar el puesto del piloto.

En ocasiones, el PSOE trata de alterar el orden natural de las cosas. Da la sensación de que algunos de sus dirigentes piensan que, eligiendo otro piloto, la credibilidad perdida se recuperará como por arte de magia. Es muy fácil decidir sobre esa cuestión. Es mucho más complicado convencer al pasaje de que lo que propone es lo mejor para España y para los intereses de quienes apuestan por una sociedad donde todos los ciudadanos tengan su sitio, su oportunidad y sus derechos garantizados. Quienes apuestan por la democracia directa para elegir el liderazgo en el PSOE, deberían seguir con ese procedimiento a la hora de definir el proyecto político de ese partido. Si los dirigentes regionales no son suficientes para manifestar la opinión de cada Federación para elegir al candidato a presidente o al Secretario General del partido, tampoco se les puede considerar capacitados para decidir el proyecto territorial socialista, o para definir el modelo de partido, o las relaciones con sus socios.

Por eso sorprende saber que el día 6 de junio, en Granada, el Consejo Territorial del PSOE va a definir el modelo territorial que ese partido propone para España.

En estos momentos, y con la tecnología existente, todos los militantes socialistas están capacitados para dar su opinión al respecto. No es aceptable que se les pida opinión y voto para elegir al líder y no para definir algo tan importante como es la organización de la convivencia entre los españoles y el reparto del poder entre los territorios que conforman nuestro país. Si se dejara hablar a los militantes socialistas en este asunto, lo primero que preguntarían sería que qué quiere decir el PSOE cuando en el documento que van a aprobar en Granada se dice que apostamos por un “federalismo pluralista”. La desconfianza aparece cuando al término federal se le añade algún adjetivo, en este caso, pluralista. El federalismo alemán no añade ningún calificativo a esa definición. ¿Por qué el PSOE lo hace? Siempre creí que pluralismo, en política, es lo contrario de autoritarismo o dictadura. Un país plural es aquel donde la democracia garantiza la libertad de pensamiento, opiniones, ideologías o afiliaciones. No creo que a eso se refiera el federalismo plural porque eso no añadiría nada a lo que ya tenemos. Además, sin federalismo se puede profundizar en la democracia y en las igualdades entre ciudadanos, véase si no el caso de Francia. Por el contrario, con federalismo, se puede llevar adelante un proyecto conservador y desigual, recuérdese si no EEUU en la época de Reagan o de George Bush hijo.

Dejar la defensa del estado autonómico y la Constitución en manos del PP es un error que el PSOE no se puede permitir.

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