¿Campanas al vuelo?

Artículo publicado en Elconfidencial.com

Entre octubre y diciembre, el Producto Interior Bruto creció un 0,3% con respecto al trimestre anterior, según el primer avance de la contabilidad nacional que ha publicado este jueves el INE. El Gobierno se ha agarrado en las últimas fechas a este avance para sacar pecho con el argumento de que hemos tocado fondo y se ha terminado la recesión. Por una parte, es cierto que los datos parecen indicar que la caída se está frenando, puesto que las tasas trimestrales se han ido atenuando (-0,8 en el cuarto trimestre de 2012, -0,4 en el primero de 2013 y -0,1 en el segundo, hasta llegar a un 0,1 positivo en el tercer trimestre y un más 0,3 en el cuarto). Sin embargo, es un dato lo suficientemente modesto (por no decir raquítico) y referido a un período de tiempo tan corto, que en absoluto se pueden lanzar las campanas al vuelo por él.

De hecho, hay que insistir en que el 0,3, en positivo, se refiere a la evolución del PIB en el último trimestre respecto al inmediatamente anterior, pero si miramos los datos con una perspectiva más amplia, resulta que, también según la “Estimación avance” del INE, la “variación anual del PIB” sigue sin ser positiva, y arroja un -1,2%. Es decir, que en términos anuales nuestra economía se sigue contrayendo y, aunque se observa que la caída se está desacelerando, por desgracia es pronto para decir que hemos dejado de caer.

En términos anuales nuestra economía se sigue contrayendo y, aunque se observa que la caída se está desacelerando, por desgracia es pronto para decir que hemos dejado de caer

Ahora bien, lo importante es saber por qué se está dando esta evolución, si se va a mantener y podemos empezar a ser más optimistas sobre nuestras posibilidades de crecimiento y empleo. Volviendo al INE, lo que este organismo dice es que “este resultado (-1,2% de variación anual del PIB)” se produce como consecuencia de “una aportación menos negativa de la demanda nacional que es compensada parcialmente por la aportación positiva, aunque decreciente, de la demanda externa. Dicho de otra forma, la mejora de las exportaciones, en las que se está poniendo tanto énfasis, sólo esta compensando en parte la disminución que se sigue produciendo del consumoy de la inversión a nivel interno.

La pregunta es, entonces, ¿podemos llegar muy lejos con una política económica que continúe deprimiendo el consumo interno y la inversión que éste genera? La realidad es que nuestro crecimiento debería funcionar con dos motores, la demanda externa (exportaciones) y la demanda interna, que son los que deben tirar de él. Pero sucede que el único que está funcionando ahora, aunque decreciendo, es el primero, y para colmo es un motor cuya potencia se estima en aproximadamente el 50% de la del segundo. Bienvenidas las exportaciones, porque son fundamentales para que tengamos un futuro, pero a corto plazo no podemos esperar que nos saquen solas de esto. No sólo no nos está funcionando el motor más potente, sino que además está haciendo de lastre.

Profundizando un poco más, ¿por qué no se reactiva la demanda interna? Basta con ver algunos de los datos sobre variación interanual, de Contabilidad Nacional, que también publicó el INE el 29 de agosto y que son los últimos de que disponemos a esta fecha: demanda nacional, -3,6%; empleo, -3,8%; remuneraciones de los asalariados, -5,0% (en cambio el “Excedente Bruto de Explotación”, los beneficios de las empresas, para entendernos, han aumentado un 3%); consumo de las familias: -1,6%; Formación Bruta de Capital Fijo (Inversión), -6,4%. No parece un escenario glorioso de salida de una recesión.

Pero no todo es malo. Rascando un poco más se observa que la caída de la inversión sigue estando provocada en gran medida por el sector de la construcción (-10,5), pero, por ejemplo, en bienes de equipo sube un 0,4. El dato es un reflejo también de la mejora de las exportaciones, por lo que no se puede infravalorar la importancia de las mismas, pero tampoco podemos confiarlo todo a ellas, porque que no sería suficiente.

Innovación, innovación y más innovación. Esa es la clave. Necesitamos urgentemente un auténtico cambio cultural, donde se prime todo lo que implique creación de nuevos productos y servicios tecnológicamente avanzados, donde se apoyen como verdaderos bienes de interés nacional la inteligencia y la creatividad

Todos estos datos ponen encima de la mesa un escenario muy alejado de ese otro edulcorado que nos quieren presentar. Con una perspectiva temporal más amplia, lo que se desprende de ellos es que la estructura económica de España apenas ha cambiado en los últimos cuarenta años, a diferencia de lo mucho que lo ha hecho nuestra sociedad en otros ámbitos. Si prescindimos de la agricultura y la pesca, dependientes en gran medida de las ayudas nacionales y europeas, nos encontramos con que el peso de la construcción, y sus consiguientes efectos de arrastre, hacia arriba y hacia abajo, sigue siendo desorbitado. Mientras tanto, como durante el tardofranquismo, el turismo continúa siendo el único amortiguador en épocas de vacas flacas, y nuestra industria sigue debilitándose y reduciéndose, año a año, sin que nadie parezca darle a este hecho la importancia que merece.

En efecto, pienso que la única esperanza para este país desde el punto de vista económico es que lleve a cabo su verdadera revolución industrial del siglo XXI. Las economías más avanzadas no son aquellas que disfrutan de sueldos más bajos, sino las que son capaces de mantenerse en cabeza en materia de innovación, anticipándose a las necesidades de las generaciones futuras, cuando no creándolas directamente. Innovación, innovación y más innovación. Esa es la clave. Necesitamos urgentemente un auténtico cambio cultural, donde se prime todo lo que implique creación de nuevos productos y servicios tecnológicamente avanzados, donde no se castiguen el riesgo ni el fracaso, y se apoyen como verdaderos bienes de interés nacional la inteligencia y la creatividad. Tal vez algún día seamos capaces de sustituir el viejo eslogan de Spain is different por Spain is innovation. Entonces sí habrá escampado de verdad.

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