«Nuestros hijos no tienen por qué pagar por el hecho de que sus padres se dediquen a la política». Esta es una frase que en sus diferentes versiones se ha repetido cada vez que algún político ha recibido el acoso por quienes han pensado que la mejor manera de manifestar su descontento con el trabajo desarrollado por el político en cuestión es exteriorizarlo de la manera que resulte lo más ofensiva y lo más llamativa posible.
Son pocos los ciudadanos que apoyan ese tipo de protesta que, lejos de retratar al ofendido, retrata al ofensor que normalmente se parapeta en la masa para decir y hacer cosas y acciones que no se atrevería a hacer individualmente. Los campos de fútbol son las universidades en las que se aprende a insultar a árbitros y jugadores ocultos en la multitud del graderío.
Resultaría sorprendente que alguien con un micrófono en la mano preguntara al hijo de un árbitro de fútbol que pitó un penalti injusto a todas luces o al de un futbolista que rompió intencionadamente la tibia de un jugador al que disputaba un balón perdido. Y sorprendería, porque nadie tiene que pagar por los actos que realicen sus progenitores y porque pretender que exterioricen públicamente sus pensamientos al respecto es un deseo bastardo.
«Nadie tiene que pagar por los actos que realicen sus progenitores y pretender que exterioricen públicamente sus pensamientos al respecto es un deseo bastardo»
Por eso me resulta tan extraño, por no decir tan animal, que el Rey Felipe VI sea criticado por guardar un elocuente silencio en relación con la conducta fiscal de su padre, el Rey Juan Carlos I. Causa estupor ver cómo algunos reporteros intentan acercar sus micrófonos a Felipe VI para que éste comente las noticias sobre la conducta de su padre. Ya sé que Felipe VI es el Rey de España y el Jefe del Estado; pero también sé, y no sé si lo saben esos reporteros, que también es el hijo de D. Juan Carlos. No conozco la política de comunicación de la Casa Real ni sé quién asesora al Rey en este tipo de asuntos.
Si a mí se me pidiera opinión, yo le aconsejaría a D. Felipe que trocara el silencio por un añadido al discurso real navideño del siguiente tenor: «Soy el rey de España; soy el Jefe del Estado. Y soy el hijo de mi padre. Y si ustedes tienen padre, podrán comprender que hay cosas que no se pueden preguntar a un hijo; y hay situaciones que un hijo no puede comentar públicamente sobre su padre. Antes que Rey, fui hijo. Lo que haga o deje de hacer mi padre es su responsabilidad. Pero yo no voy a juzgarle públicamente, por la misma razón que ustedes no juzgan públicamente a los suyos. Si en ocasiones me duele España, imaginen como me duele mi padre. Mi dolor es mío y espero que comprendan que no lo comparta con nadie ajeno a mi círculo familiar».
Estoy en gran parte de acuerdo con usted, pero el Rey de España y la institución, tiene que estar a la altura. El nuevo Rey de España (Felipe VI) tiene que estar a la altura y claro está, por encima de ser hijo de.
Tiene que ser el Rey de todos los españoles y si eso significa señalar a su padre como una persona que ha robado a España mientras muchos españoles no tienen ni para comer, creo que sería lo mas honrado, doloroso para un hijo, pero lo mas honrado para un Rey.
Saludos y larga vida al PSOE
Sr. Rodríguez Ibarra:
Mi nombre es lo de menos, porque yo no soy nadie, pero tiene mi apoyo en lo que ha dicho en esta carta. Y quizás voy un poquito más allá… porque yo no soy nadie.
No soy monárquico ni mucho menos, pero estoy muy agradecido por lo que hizo nuestro anterior Jefe del Estado, D, Juan Carlos I, porque si él no hubiera tragado carros y carretas, está claro que hubiéramos tardado muchos más años en entrar en democracia, y hoy estaríamos peor. También gracias a otros por supuesto. Desgraciadamente somos humanos, cometemos errores, y él los ha cometido muy graves, también con hacienda y por consiguiente con todos los españoles.
Su hijo, con una conducta intachable, no tiene que decir nada al respecto, bastante carga lleva, pero si algo tuviera que decir, me encantaría que fuera algo parecido a esto: Me avergüenza alguna de las cosas que ha hecho mi padre el Rey Juan Carlos I, pero sigue siendo mi padre y a él le digo, papá tienes mi cariño, mi perdón y las puertas de mi casa y de mi corazón abiertas.
Creo que perdonar a su padre por el grave daño que le ha hecho, engrandecería más a nuestro actual Jefe del Estado.
Un cordial saludo, Sr. Rodríguez Ibarra.
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León, 19 de diciembre de 2020
Fdo. Sebastián Fidalgo.