Miren esta noticia del pasado 11 de enero, tres días después del atentado de París: “Las tácticas letales de Boko Haram no parecen tener límites. La milicia islamista nigeriana utilizó ayer a una niña de 10 años para atentar contra un mercado en Maiduguri, al noreste del país. La pequeña detonó los explosivos que llevaba y mató a una veintena de personas. El atentado culmina una semana en la que la ofensiva contra la ciudad de Baga ha causado 2.000 muertos”. Y ahora fijémonos en esta otra del pasado lunes, 12 de enero: “El asesinato de 17 personas -periodistas, dibujantes, policías y jóvenes judíos- tuvo ayer enfrente la principal concentración contra los islamistas radicales. En toda Francia, los cálculos elevaban anoche a cerca de cuatro millones la cifra total de ciudadanos en la calle, la mayor movilización de la historia del país.”
¡Como para no preocuparse! En Nigeria, una niña de 10 años se inmola y mata a 20 personas que completan la cifra de 2.000 muertos en una semana por milicias islamistas y seguro que la mayoría de los ciudadanos ni han tenido conocimiento de la macabra noticia ni, mucho menos, se han organizado manifestaciones o minutos de silencio por la niña y por los muertos nigerianos. Por el contrario, en París, otros islamistas radicales matan a 17 personas, y cuatro millones salen a la calle y medio centenar de jefes de Estado y de gobierno se unen a la manifestación parisina del domingo pasado. ¿Qué se puede concluir de todo esto?
Matar a dos mil personas en siete días en un país como Nigeria no merece más que un pequeño recuadro en algunos medios y, por el contrario, matar a 17 en Francia lleva aparejado miles de horas de noticias, editoriales, artículos y páginas de periódicos
Primero. Que los terroristas yihadistas habrán aprendido la lección: si matar a dos mil personas en siete días en un país como Nigeria no merece más que un pequeño recuadro en algunos medios de comunicación y, por el contrario, matar a 17 en un país como Francia lleva aparejado miles de horas de noticias, editoriales, artículos y páginas de periódicos, publicitariamente hablando, a los asesinos les será más rentable matar poco en países occidentalesque mucho en países africanos o tercermundistas.
Segundo. Si 17 asesinatos consiguen sacar en manifestación a casi 50 altos mandatarios de diversos países, ¿qué no conseguirá otro atentado algo más violento y con un número algo mayor de víctimas? Se acusa al presidente Obama de haberse puesto de perfil por no haber ido él mismo a la manifestación parisina, como si la obligación de un jefe de Estado o de Gobierno fuera acudir a las calles y plazas públicas para manifestar públicamente su impotencia por no haber sido capaz de garantizar la seguridad de los ciudadanos. De la misma manera que un ciudadano no tiene posibilidades de articular medidas, normas y leyes que garanticen la seguridad de los pueblos, los gobernantes no tienen sitio en las calles y plazas públicas para exteriorizar sus quejas, sus lamentos, sus impotencias, sus temores y sus rabias.
El ciudadano francés hizo lo que puede hacer quien no dispone de más medios que la palabra para exteriorizar lo que siente. Para ellos todo el mérito y el reconocimiento. Hicieron lo que tenían que hacer y lo hicieron bien, pero, ¿ante quién se manifestaban los gobernantes que acudieron a la manifestación? ¿A quién querían exteriorizar sus quejas o sus reivindicaciones? ¿Quiénes están por encima de ellos para responder a sus demandas? ¿No son ellos los responsables de la seguridad y libertad de los ciudadanos? ¿No sería más lógico que quienes no tienen el Boletín Oficial a su alcance salgan a la calle y que quienes tienen la capacidad de hacer leyes las promulguen, sabiendo a quiénes tenemos enfrente, cómo combatirlos y dónde hacerlo?
De mantenerse los resultados que estos días hemos visto publicados en los sondeos de opinión, el parlamento español se encontraría con tres parejas de baile: las formadas por PP-PSOE, PP-Podemos o PSOE-Podemos, sin que el orden de las siglas prejuzgue quien aportaría más votos y escaño en cada enlace
Tercero. Cuando los ministros de Interior de la Unión Europea aprovechan el derramamiento de sangre para sentirse portavoces de un supuesto afán ciudadano por cambiar seguridad por libertad, deberían dirigirse a sus respectivos parlamentos nacionales y a la Eurocámara para exponer sus puntos de vista y someter sus opiniones al contraste de los representantes ciudadanos. Ya sabemos que querrán desnudarnos por completo cuando queramos subir a un avión perdiendo nuestros derechos constitucionalescuando pasemos la raya roja que separa la democracia de la dictadura del vigilante de turno. Ya sabemos que querrán terminar con la libertad en internet; tan atareados andaban intentando atrapar a un joven que se bajó una canción de Beyoncé, que se olvidaron de estudiar fórmulas para blindar secretos militares.
Cuarto. Tratar de echar la culpa de la inseguridad en la que vivimos a los inmigrantes, que normalmente se sitúan en la escala más baja de la sociedad en la que se incrustan, es tan ridículo como pretender culpar de la crisis bancaria a los limpiacristales de los edificios que albergan las grandes corporaciones financieras. Recordemos de donde venía Osama bin Laden, Aymán al-Zawahir o Mohamed Atta para recapacitar sobre la diferencia entre islamismo radical e inmigrantes musulmanes.
Y quinto. Si la economía está globalizada; si la crisis económica de unos afecta al conjunto; si el terrorismo actual es universal, ¿qué hacemos los europeos haciendo frente a todas esas situaciones globales desde posiciones nacionales? ¿Para cuándo un debate serio y riguroso sobre la constitución de un Estado Federal Europeo desde el que hacer frente a los nuevos desafíos?
Leer más:
Sus reflexiones con respecto a este tema, no pueden ser más acertadas Presidente.