Guía de oposición

ABC publicó el pasado día cuatro esta noticia: «El PSOE se blinda ante un hipotético regreso de Pedro Sánchez». Se ponía en boca de Eduardo Madina, uno de los encargados de articular un texto base para el debate en el Congreso socialista, la siguiente frase: «Habrá una guía de oposición en la que se detallarán las líneas rojas que nadie podrá saltarse; por ejemplo, la soberanía nacional».

El PSOE nunca hizo congresos para saber cómo actuar en la oposición, sino para saber qué hacer con el gobierno que conquiste por la confianza de los ciudadanos. Ha sido la Comisión Gestora la que ha elegido a los redactores de las ponencias, de lo que se deduce que, en condiciones normales, las líneas rojas que dibujen el campo de minas que nadie pueda pisar tienen todas las posibilidades de ser pintadas en las resoluciones congresuales de junio próximo.

Solo hay un pero que oponer al razonamiento anterior. Pedro Sánchez, al que casi todos daban por amortizado tras su entrevista con Jordi Évole, ha anunciado que él se presenta a las primarias. Suponiendo que Sánchez resultara elegido nuevo Secretario General, por muchos que fueran los delegados que acudieran al 39 Congreso, adictos a lo que representa la Comisión Gestora, esa «guía» y la mayor parte de los textos encargados por la Comisión Gestora, tendrían los días contados.

Las resoluciones que se aprobaran en el cónclave socialista serían la consecuencia del pensamiento de Pedro Sánchez. Y por eso, quienes piensen que la «guía de la oposición» constituiría un blindaje frente a Pedro Sánchez, o están fuera de la realidad o imaginan que, de nuevo, volvería a surgir en el Congreso el mismo conflicto que se llevó por delante a la dirección socialista en el Comité Federal de octubre pasado.

Y aunque el escenario sería parecido: Un Secretario General elegido por los afiliados y un Congreso con mayoría de delegados representantes de la facción de los barones territoriales derrotados por Sánchez en las elecciones primarias, el resultado diferiría radicalmente; ahora no dimitiría el recién elegido Secretario General, sino que serían los barones derrotados los que tendrían que abandonar sus responsabilidades orgánicas en sus respectivos ámbitos territoriales.

¿O es que alguien sueña con una nueva repetición de la irresponsabilidad que tuvo su culmen en el Comité federal del uno de octubre del año pasado? Por eso, más le valdría al equipo redactor de la «guía de oposición» no jugar con fuego no vaya a ser que más de uno se queme en sus propias brasas.

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