Cualquiera podría pensar que estos pasajes de la Biblia fueron escritos esta semana, después de que el lunes pasado se hiciera público un acuerdo entre CDC y ERC para elaborar una lista electoral conjunta de ambos partidos para presentarla en las próximas elecciones autonómicas de Cataluña del 27 de septiembre. La novedad no sólo radicaría en el hecho de la lista conjunta sino, también, en la propuesta de incorporación a la misma de la sociedad civil catalana -¿de qué sociedad formarán parte los de CDC y los de ERC?-, representada especialmente por las organizaciones independentistas Asamblea Nacional Catalana y Òmnium Cultural. Pero lo verdaderamente llamativo de esa apuesta electoral es el hecho de que el actual presidente del gobierno catalán, el señor Artur Mas, no encabezará esa lista, sino que pasará a ocupar el puesto número 4, seguido, eso sí, por su acompañante-colaborador, y sin embargo adversario político, señor Junqueras.
Y aquí entra la profecía de la Biblia: “Cualquiera que se humille, como Artur Mas, ese será el mayor en el próximo gobierno catalán de la Generalitat. Artur Mas, actual presidente, en condiciones normales no hubiera cedido el primer puesto de la candidatura al parlamento catalán ni al mismísimo Espíritu Santo, mucho menos a alguien que mantiene a gala no militar en ningún partido político; pero tratándose de conquistar un nuevo Estado, ha preferido humillarse para luego ser ensalzado, porque, en contra de lo habitual, el número 1 no será el candidato a la presidencia del Gobierno catalán, sino que lo será el número 4. Y el número 5, el segundo. ¡Para que luego haya cebollinos que no entiendan la existencia de determinados hecho diferenciales! Expertos habrá que podrán aclararnos, con el paso del tiempo, si detrás del 5 irá en orden de importancia el 6, el 7 y el 8 o, por diferencias, lo harán el 1, el 2 y el 3.
Mas ha preferido humillarse para luego ser ensalzado, porque, en contra de lo habitual, el número 1 no será el candidato a la presidencia sino que lo será el 4
Es posible que los más anticatalanistas se queden con San Pablo y lleguen a la conclusión de que Artur Mas y Junqueras hayan buscado la humildad por razones egoístas, lo que acarrearía como resultado la humildad fingida. Si así fuera, estaríamos ante la misma situación que la que se da cuando un caballero, con humildad fingida, cede el paso a quien considera inferior para así ensalzar su superioridad.
Pero, también, pudiera ser que no sea la Biblia la que sirva como fuente de inspiración interpretativa de la anomalía, sino que se tenga que echar mano de la sabiduría popular cuando dice aquello de que “el miedo guarda la viña”. El miedo tiene mucho que ver con el salto en el vacio de la lista única. Miedo a los sondeos publicados que reiterativamente conceden de 32 a 33 escaños a la lista de CDC si la encabezara Artur Mas, es decir, una bajada espectacular si no solo comparamos esos presumibles resultados con los 50 escaños que obtuvo Mas en las últimas elecciones autonómicas, sino con los 62 obtenidos en 2010, cuando resultó elegido presidente de Cataluña por vez primera. Miedo del acompañante Junqueras que baja en diputados, igualando sus resultados a los de Podemos y Ciudadanos.
En esas condiciones no resulta extraño que se recurra a lo que sea con tal de tratar de salvar los muebles, aunque sean los de Mas y Junqueras, porque los de Cataluña están a buen recaudo, donde estuvieron siempre desde que España se constituyó como Estado.
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