Llamada anónima al cuartel de la Guardia Civil de un pueblo guipuzcuano: «Coche abandonado por dos individuos enmascarados junto a una torre de alta tensión en el monte Carríaza. Han dejado un paquete dentro del vehículo que puede ser una bomba». Simultáneamente, un medio de comunicación ha recibido el mismo aviso; el director del medio ha llamado a su corresponsal en la zona para que fuera a ver de qué se trataba. Cuando el periodista llega a la torre de Iberdrola se encuentra con un espectáculo horrible. Un guardia civil está dentro del coche totalmente destrozado por los impactos de una bomba pegada debajo del asiento del conductor. El otro guardia ha salido despedido y se encuentra a un par de metros de distancia del coche explosionado; le falta una pierna y sangra abundantemente por la otra.
¿Qué haría usted, amigo lector de este suplemento si fuera el periodista enviado al lugar del suceso? ¿Ayudar al guardia civil herido o tomar fotos son su smartphone y enviar rápidamente la noticia a su periódico?
Si hubiera elegido la primera opción, tal vez cuando llegara a su redacción, el director del medio le preguntaría por la tardanza en enviar la información que hace un rato largo que ya circula por las redes sociales y es noticia en los digitales. «Ayudé al guardia civil herido», contestó. ¿Y tú que estudiaste medicina o periodismo? Le contestaría el director si solo pensara en el negocio y no en la narración completa, con todos los detalles de un suceso en el que había estado presente. Un director que no compite con la inmediatez de las redes sociales ni con el periodista ciudadano le felicitaría porque ha sido el único que ha dado todo tipo de detalles sobre un suceso que los demás periodistas aficionados no han podido ofrecer a sus lectores.
Eso es el buen periodismo. No importa el formato. El buen periodismo no debería temer al periodismo aficionado. Mucha gente tenemos en nuestra casa un delantal de cocinero, una olla rápida y una thermomix. ¿Alguien cree que los buenos chefs temen a los cocineros eventuales, aficionados y reiterativos? Los aficionados copiamos recetas de cocina. Los chef profesionales las inventan y saben conjugar sabores. Mucha gente tenemos un carnet de conducir, clase B, y un coche más o menos veloz. ¿Cree alguien que Fernando Alonso, con su nuevo Fórmula 1, teme que tantos conductores de clase B podamos quitarle el sitio en su nueva escudería?
La diferencia que existe entre un cocinero aficionado y un chef profesional o entre un conductor de la clase B y un piloto de la Fórmula 1 es la misma que existe entre un periodista ciudadano y aficionado y un periodista profesional.
El periodista aficionado ejerce otros menesteres y cuando informa por afición, por hobby o por hacerse notar. El periodista profesional está dedicado a tiempo completo a tratar de informar objetivamente y a poner coto a quienes ostentan algún tipo de poder que puede hacer peligrar las libertades individuales o colectivas. El periodista aficionado no confirma nada de lo que emite su cámara o su informador. El periodista profesional tratará de acercarse al lugar de la noticia, a documentarse al máximo posible y a transmitir al lector todo lo que honradamente ha podido conocer para que los ciudadanos podamos llegar a la verdad por nosotros mismos sin que nadie nos tenga que manipular consciente o inconscientemente.
El periodismo aficionado es el que no debe hacer el periodismo profesional. El periodista profesional que se limita a hacer periodismo virtual está poniendo en peligro la profesión de periodista. Si un profesional hace el mismo periodismo que un aficionado, estará demostrando que cualquiera puede ser periodista.
En los momentos actuales, está en juego la inmediatez incompleta de la noticia o la mediatez completa. Si la empresa se decide por la inmediatez, por muchas noticias sin confirmar, ese periodismo no ayuda a pensar y a decidir con datos objetivos.
Para que la libertad no sucumba en manos de los más poderosos, la prensa, para ser independiente tienen que saber navegar en cualquier mar y en cualquier circunstancia. Un periódico, como El Periódico de Extremadura, que en este 2023 cumple cien años, ha tenido que navegar en dos dictaduras, en una República, en una guerra civil y, ahora, en su centenario cumpleaños podemos felicitarle porque ese aniversario lo celebre en una democracia, que sin duda, desde sus páginas diarias ha contribuido a su nacimiento y a mantenerla. Que El Periódico siga vivo, libre e independiente y así seguirá contribuyendo a la libertad de todos.
He ojeado el suplemento del 95 cumpleaños y he visto que en este centenario faltarán a la cita personas que, desde sus páginas, ayudaron a que se escuchara la voz de Extremadura.
Leer «La voz de Extremadura» en El Periódico Extremadura