Lo que no puede ser, no puede ser, y además…

Sánchez e Iglesias. (EFE)
Después de tanta discusión, el Comité Federal del PSOE avalará la propuesta de la Comisión Ejecutiva Federal para retrasar la celebración del Congreso ordinario de los socialista españoles. Si la Ejecutiva Federal ha tomado esa decisión es porque tiene la seguridad de que el máximo órgano entre Congresos la va a apoyar incondicionalmente. Por cierto, como no podía ser de otra forma. Mayo no era el mejor mes para andar buscando avales entre los militantes para elegir secretario general, porque las elecciones de junio estarán a la vuelta de la esquina. No parecería lógico que mientras los demás partidos estuvieran preparando sus estrategias para la campaña electoral, los socialistas se dedicaran a elegir internamente sus órganos de dirección.
A pesar de los pronunciamientos de Pedro Sánchez sobre la cercanía de la formación de un gobierno presidido por él, lo cierto es que esa eventualidad sirve para animar las tertulias y para despistar al adversario, pero nada más lejos de la realidad que pensar que los españoles no vayamos a votar el próximo 26 de junio un nuevo parlamento. Hoy, cuando todo el mundo tiene en su bolsillo un teléfono móvil, se tiene la oportunidad de echar las cuentas en la calculadora sin tener que usar los dedos como hacían nuestros abuelos y bisabuelos. Podemos confundirnos cuando Pablo Iglesias parece marearnos con sus apuestas por la vía del 160, en lugar de la del 130. Y sabemos que es imposible que Ciudadanos y Podemos se unan a los escaños del PSOE para llegar a la vía del 190 de la que hablaba Pedro Sánchez.

Por patriotismo y para que tenga en cuenta los intereses de España, el secretario general de Podemos casi ruega a Albert Rivera para que apoye con su voto positivo o con su abstención un gobierno formado por PSOE más Podemos. Ya sabemos que esa vía está descartada, porque lo ha repetido Rivera hasta la saciedad, y porque Ciudadanos, según dicen los sondeos electorales, sería, de los cuatro grandes, el que más crecería si hubiera nuevas elecciones. Descartada esa vía, solo quedaría intentar, otra vez, que Podemos se abstuviera.

No salen las cuentas; y si acaso salieran porque los independentistas votaran a favor o facilitaran esa opción con su abstención, entonces pudiera ser que tuviéramos gobierno, pero los socialistas nos quedaríamos sin partido.

Yo creo que no lo verán mis ojos y deseo que, viviendo yo, no lo vea, pero supongamos que, como el miedo guarda la viña, Iglesias se asusta y da por buena la tesis de aquellos que piensan que lo mejor que podría pasarle a los podemitas es que gobernara el PSOE en condiciones pésimas desde el punto de vista político y económico, y que ellos se quedaran como principal oposición desde la orilla izquierda, recogiendo todos los descontentos que la crisis económica y política arrojaría a su lado provenientes de los desencantados del gobierno PSOE. En ese supuesto, en la primera votación el candidato a presidente obtendría 131 diputados y 219 en contra. En la segunda, cuando ya no necesitaría mayoría absoluta, el resultado sería de 131 favorables; a lo más que se podría llegar sería a 137 si el PNV decidiera sumarse a la operación. En frente tendría a 123 escaños del PP, más 9 de ERC, más 8 de Democracia y Libertad, más 2 de EH Bildu, que sumarían 142. Unidad Popular no parece que votaría a favor de esa opción, contabilizando sus 2 escaños, junto con los 69 de Podemos en la abstención.

Una operación con Podemos, a la que Pedro Sánchez no parece dispuesto, arrojaría la cifra de 159 más 2 de Unidad Popular, es decir 161. En contra, 123 del PP, más 40 de Ciudadanos, más 9 de ERC, más 8 de DyL, más 6 del PNV, más 2 de EH Bildu, es decir 188. No salen las cuentas; y si acaso salieran porque los independentistas votaran a favor o facilitaran esa opción con su abstención, entonces pudiera ser que tuviéramos gobierno, pero los socialistas nos quedaríamos sin partido.

Está claro que no hay posibilidad de formar gobierno. Pida el Comité Federal del PSOE que se prepare el partido para ofrecer un programa electoral que sea capaz de hacer reconocible a la socialdemocracia en tiempos de crisis, y a esperar resultados.

Leer «Lo que no puede ser, no puede ser, y además…» en El Huffington Post

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