Escribo este artículo por encargo de Marisol Mateos, secretaria regional de Organización del PSOE de Extremadura. Me pide que escriba sobre los retos y desafíos que tiene que acometer el partido en esta nueva etapa que se abre después de las elecciones municipales, autonómicas y europeas del pasado mes de mayo.
La situación, aunque diferente de la etapa anterior, donde los socialistas gobernamos la región con un gobierno en Madrid del PP y con varios ayuntamientos de ciudades en manos de ese partido, no es nueva ni desconocida para los socialistas y para los extremeños. Desde 1983 hasta 2011, nuestro partido gozó de la confianza mayoritaria de los votantes y, si exceptuamos el periodo de 1995 a 1999, donde volvimos a ganar pero sin mayoría absoluta, ahora, después de la última legislatura, el PSOE vuelve a enfrentarse a la realidad regional con el apoyo mayoritario de los extremeños. Y ahora, además, contando otra vez con el gobierno de las dos diputaciones provinciales y con ayuntamientos que, como el de Cáceres, han pasado, de nuevo, a ser gobernado por los socialistas.
Ha sido la fortaleza de nuestra organización, la calidad de nuestros equipos municipales, con sus alcaldes y alcaldesas a la cabeza, y la confianza que genera nuestro candidato y ya, otra vez, presidente, Guillermo Fernández Vara, los artífices del éxito electoral. He puesto la fortaleza de nuestra organización como primer y más importante factor de la victoria para que todos reflexionemos y evitemos que una mal entendida decisión legislativa eche por tierra o haga explosionar la raigambre y solidez de nuestro partido. Me refiero al hecho de que ya esté cantado que el secretario general de los socialistas extremeños dejará esa responsabilidad dentro de dos años y la presidencia de la Junta de Extremadura, dentro de cuatro.
En el primer caso, debería producirse, salvo situaciones exteriores, una bicefalia con un presidente de la Junta diferente del secretario general del partido. Nunca habíamos vivido esa circunstancia, salvo el breve periodo que transcurrió entre la elección de Guillermo como presidente de la Junta en 2007 y la celebración del congreso regional, donde los militantes aceptaron mi decisión de no concurrir a la Secretaría General y dejar paso a la misma a quien ya ocupaba la presidencia de la Junta de Extremadura. Créanme si les digo que la experiencia no fue buena, no tanto en ese ínterin, como en el periodo de tiempo que transcurrió entre mi anuncio, en 2006, de no volver a presentarme a la presidencia de la Junta y las elecciones de 2007, con un candidato nuevo, pero ya decidido con anterioridad. Fue la única vez en la que sentí eso que algunos analistas llaman la soledad del poder. Desde Madrid hasta Mérida se sabía que yo ya no sería candidato a nada y a la nada se redujo lo que hasta entonces era la persona que tenía en sus manos decisiones importantes a la hora de que la organización tomara caminos para transitar.
No quiero ni pensar cómo pueden ser las cosas si esa bicefalia, en lugar de durar unos pocos meses, dura dos años. Creo que jamás habría que haber tomado la decisión de la limitación de mandatos, porque ahora serán muchos los que desde dentro, y desde fuera de la organización, pretenderán meter la cuchara para que no decidamos libre e inteligentemente qué es lo que más puede interesar al PSOE de Extremadura para que, frente a organizaciones caducas por inestables o nuevas pero sin saber ni qué ni para qué, los socialistas seamos capaces de seguir ofreciendo a los ciudadanos la seriedad y la credibilidad de una organización capaz de hacerse cargo del gobierno extremeño, independientemente de cuál sea la persona que decidamos situar al frente de la organización. Determinada prensa, que siempre ha tratado de influir en nuestra toma de
decisiones ya ha empezado a querer dividirnos queriendo eliminar de una carrera que aún no ha empezado a buenos y malos candidatos; los malos son los que se pegan un tiro en el pie por su radicalismo (¡debe ser que esos malos candidatos sacan casi el 60% de los votos en sus localidades debido a su radicalismo!).
La fortaleza de nuestra organización ha sido el factor más importante de la victoria electoral
La segunda cuestión que debemos planearnos es el papel que queremos reservar a la oposición en las distintas instituciones y en la Asamblea y Junta de Extremadura. Los votantes han dedicado un porcentaje muy minoritario a los distintos grupos que forman la oposición extremeña. Entiendo que sus propuestas no han sido del agrado de ellos. Distinto hubiera sido si cualquiera de esos grupos nos hubiera pisado los talones. Trato de decir que si nos han dado mayoría absoluta es para que la ejerzamos y no rebajemos nuestras posiciones en aras de un consenso que, en muchas ocasiones, lo que exteriorizan es la falta de confianza en las propias fuerzas y en lo prometido al electorado. Si tenemos un compromiso claro en asuntos que son de gran transcendencia para los intereses regionales, tenemos que ir a por ellos independientemente de quienes quieran unir o no sus fuerzas a la nuestra. La osadía debe acompañarnos en esta nueva etapa. Los ministros de Hacienda no tienen ni corazón ni afectos. Solo tienen la llave de la caja y se sientan encima de ella para que nadie la pueda abrir salvo por órdenes superiores o por justicia redistributiva conseguida y alcanzada mediante la rotura de cristales.
No olvidemos que somos una región que cuenta poco en los índices socioeconómicos y políticos nacionales. Que somos pequeños y la única arma que tenemos es dar golpes que, por nuestra estatura, van siempre a sitios que hacen mucho daño. Los socialistas no podemos permitir nunca más que un tren se averíe o se pare por falta de combustible. La mayoría absoluta de la que disponemos no nos permite el chantaje que otros se pueden permitir si el voto de sus diputados regionales son decisivos para aprobar leyes y presupuestos; pero esa mayoría absoluta sí permite que se dicte un decreto que multe con 50 millones de euros a Renfe cada vez que esas eventualidades, que se han producido con tanta frecuencia en la legislatura anterior, vuelvan a producirse por causas que nada tengan que ver con situaciones incontrolables por la compañía ferroviaria. 50 millones no es dinero comparado con el daño que a la imagen de la región le ha hecho esa especie de sabotaje que hemos padecido en estos últimos cuatro años, retrotrayendo esa imagen, no a la real de 2019, sino a la de los dos primeros tercios del siglo XX cuando cualquier tipo de infraestructura brillaba por su ausencia.
Tenemos un buen partido. Defendemos una política que no ha fracasado como lo hizo el comunismo tras la caída del muro de Berlín o el capitalismo con la crisis de 2008. Defendemos el mercado, pero los socialdemócratas hemos sido los únicos que hemos conseguido que ese mercado reparta la riqueza y alcance para garantizar pensiones, sanidad y educación pública de calidad. Los socialistas extremeños hemos demostrado que no tenemos que tener ningún tipo de complejos respactos a quienes se auto titulan como la izquierda verdadera sin que tengan en su hoja de servicios nada que les permita mantener esa afirmación, y sin que nunca hayan sido capaces de decirnos cuál y dónde se practica esa izquierda verdadera. Ni Grecia, ni Venezuela, ni Cuba son modelos en los que se miran aquellos que iban a implantar el bolivarismo en España. El asalto al cielo ha pasado a mejor vida, y los que nos denominaban despectivamente la casta, no tienen otro interés que aliarse con nosotros para ocupar un par de “poltronas” (¿le llamaban así a los puestos de ministros?).
Frente a quienes siguen insistiendo en nuestros datos en comparación con otros territorios españoles, nosotros defendemos la bondad de nuestras políticas si comparamos a la Extremadura que heredamos cuando no había autonomía y gobernaba la derecha rancia y autoritaria, con la que hemos sido capaces de construir con la ayuda, el apoyo y la comprensión de tantos extremeños que confiaron y confían en nosotros. Nuestro mayor desafío es no defraudar a tantos que nos votan, nos respetan y nos entienden.
Desde estas líneas manifiesto mi orgullo de pertenecer a este partido y de sentir y pensar de la misma manera que quienes desde las siglas del PSOE ganaron o perdieron las elecciones. No se trata solo de ganar o perder, sino de saber que vamos por la orilla buena de la historia.
Artículo publicado en el número 11 de la revista «El socialista extremeño»
Número 11 de «El socialista extremeño»