El pasado martes, Alfredo Pérez Rubalcaba anunció ante el grupo parlamentario socialista que si el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no comparecía en el Congreso de los Diputados para explicarse ante las graves acusaciones formuladas por el extesorero del PP, Luis Bárcenas, él presentaría una moción de censura al gobierno como única fórmula posible para forzar esa comparecencia. Varios problemas se plantean con ese anuncio:
- Las mociones en España tienen el carácter de constructivas, es decir que quien la proponga está en la obligación de presentar un candidato a presidente del Gobierno, de tal forma que, tras la censura, el candidato propuesto deberá explicitar ante la Cámara su programa de gobierno. Dos partes en el debate: crítica al gobierno al que se censura y alternativa programática al mismo. En la crítica no es necesario que el candidato alternativo tome la palabra; puede hacerlo cualquier otro miembro del grupo parlamentario que censura. Cuando Felipe González presento la moción de censura a Adolfo Suárez, fue Alfonso Guerra el encargado de articular el discurso contra la política del gobierno centrista. Y fue Rafael Arias Salgado, ministro de la Presidencia el encargado de responder a la crítica y de defender la gestión del gobierno Suárez. De todo ello se deduce que Rajoy no tiene por qué intervenir en este trámite.
- Una vez que el candidato alternativo exponga su programa de gobierno, serán los miembros del grupo parlamentario del PP y el resto de los grupos los que fijarán sus posiciones respecto a ese programa. Con toda seguridad, cada ministro del gobierno Rajoy pedirá la palabra para examinar al candidato sobre todas y cada una de las áreas en las que ellos trabajan en estos momentos. Cuando la moción de González, todos los ministros salieron a la tribuna de oradores a intentar poner en el mayor de los aprietos al candidato. Todos menos Adolfo Suárez que no se movió de su escaño. Sería entonces posible que en ese lance, tampoco el presidente Rajoy se dignara tomar la palabra para hablar de lo que la oposición quiere que hable.
- No creo que el anuncio del martes por parte del secretario general socialista haya sido realizado para llevarlo a cabo una vez pasado el verano. Como se ha dicho tantas veces, las mociones de censura no se anuncian sino que se ponen cuando se considere el momento preciso por parte de quien tenga la voluntad y la posibilidad de hacerlo. Bastaría con que Mariano Rajoy anunciara solemnemente que se propone comparecer en el Congreso próximamente, para que el anuncio de la moción quedara en suspenso. Pero también podría ocurrir que el presidente recurriera a la moción de confianza como forma de dejar sin posibilidades de presentación la censura anunciada. Es más, Rajoy tiene en sus manos un instrumento poderoso para evitar la censura; ese instrumento es ni más ni menos que la disolución de las Cámaras y la convocatoria de elecciones generales. Muerto el perro se acabó la rabia, dice el refrán.
- Como queda dicho, la moción de censura exige la presencia en la tribuna de un candidato a presidente del Gobierno. Tengo entendido que en el Congreso Federal del PSOE celebrado en Sevilla, se decidió que el candidato a presidente del Gobierno por el PSOE se decidiría en unas primarias abiertas, donde voten los afiliados y los simpatizantes. El problema que se le plantearía a los socialistas es de bigotes. Habría partidarios de que la moción de censura se plantee cuanto antes para que no de tiempo de elegir por primarias a la persona encargada de comparecer en el Congreso de los Diputados como candidato socialista a la presidencia del gobierno, con lo que la opción del secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, sería la única posible y factible, y habría partidarios de que esa moción se presentase para el inicio del nuevo periodo parlamentario, con lo que daría tiempo a celebrar esas primarias para que militantes y simpatizantes decidieran quién podría someterse a ese examen. Lo que no sería nada fácil si el elegido fuera alguien que no estuviera al día de la política general del gobierno de España en todas y cada una de sus áreas de competencia. Sin duda este último supuesto haría perder el efecto sorpresa que una moción de censura provoca en la ciudadanía, además de conceder todas las posibilidades al gobierno para tratar de evitarla. ¿Qué piensan los defensores de las primarias?
Como se ve, la cosa no es sencilla. Y todo porque Rajoy no quiere actuar como el jefe de un gobierno elegido por el parlamento, teniendo, en el caso que nos ocupa, un comportamiento similar al que tendría el presidente de una República parecida a la francesa o a la estadounidense. Debe ser muy difícil dar el paso de reconocer que uno no puede seguir siendo presidente con las acusaciones de un golfo que antes fue su tesorero. La única forma de salir de eso o es negando con argumentos rotundos o marchándose para casa.