No creo en los Reyes Magos (El correo de Andalucía)

No creo en los Reyes Magos, pero todos los años, cuando llega el 5 de enero acompaño a los más pequeños de la casa a ver la cabalgata, a entregar la carta a Gaspar que es el preferido de mi familia, a llenar una vasija de agua para los camellos de SS.MM. y a poner polvorones y algo de anís para los que vienen esa noche a traernos los regalos. No creo en ellos, pero cada año hago como si lo creyese. Ya sé que no existen, pero mantengo la ficción de que están ahí y no se me ocurre tirar de las barbas de esos Reyes porque si lo hiciera, la magia desaparecería y me encontraría con la cara del concejal de festejos de mi pueblo.

Tampoco creo que los Reyes de España tengan la sangre azul, pero no se me ocurriría nunca preguntar, al cirujano que operó al Rey, por el color de su sangre cuando tuvo que abrirle para sanear la parte de su cuerpo deteriorada; si lo hiciera, estoy seguro que me encontraría con un ciudadano con sangre roja como el común de los mortales. Ya sé que eso es así, pero mantengo la ficción.

Durante algo más de veintiún siglos, a nadie le ha dado por buscar tres pies al gato en lo referente a SS. MM. Melchor, Gaspar y Baltasar; en el momento en el que a la prensa le diera por preguntar por las razones por las que Baltasar, siendo un Rey negro, siempre va el último, estaríamos ante un problema de racismo que pondría en la picota la discriminación por razones de raza. De igual manera, quienes quisieran agarrarse a la Constitución española, descubrirían de inmediato que la igualdad de géneros brilla por su ausencia en una institución tan antigua y tan mágica como la de esos santos Reyes; la pregunta sobre la ausencia de una Reina Maga vendría respondida rápidamente por quienes apuestan decididamente por la igualdad entre hombres y mujeres. ¿Qué decir del Ministro de Hacienda, quien, después de haber tratado de amedrentar a diversos colectivos, seguramente mandaría a sus inspectores de la Agencia Tributaria para investigar si, cuando descienden por las chimeneas de millones de edificios, entregan los juguetes y regalos con o sin factura?

Puesto que nada de eso pasa, no me queda más remedio que pensar que a pesar de las irregularidades que se presumen, se considera que es mejor dejar las cosas como están, para que la magia, la ilusión, el afecto y el encuentro entre amigos y familias no se rompa por tratar a los Reyes Magos como al resto de los mortales.

Yo no creo en los magos de Oriente, pero hago como si creyera en ellos, a pesar de que cada 5 de enero, parte de mi paga extra se disuelve como un azucarillo en agua a consecuencia de los gastos que conlleva mantener la ficción.

Tampoco creo en la Monarquía, pero hago como si creyera en ella porque a lo largo de la historia de España, esta Monarquía que encarna D. Juan Carlos y que reconoce la Constitución española, es la que ha proporcionado el periodo más largo de democracia, libertad y progreso para todos los españoles. Ya sé que me cuesta dinero mantener a la Familia Real, pero tanto en el caso de los Reyes Magos, como en el caso de la Monarquía parlamentaria española, cuando hago balance entre los gastado y los recibido, el saldo, en ambos casos es positivo. El 6 de enero de cada año calculo lo que me he gastado en la ficción Maga y lo que he recibido gracias a esa ficción y el resultado me favorece. Después de 34 años, hago balance para saber cuanto me cuesta la Monarquía y cuanto beneficio he recibido, y el saldo también me resulta positivo.

Ya sé que Monarquía suena a antiguo, pero también sé que cada vez que los españoles nos hemos decidido a cambiar de régimen, casi siempre lo hemos hecho con violencia, con odios y rencores. Y por eso me gustaría seguir manteniendo la magia, la ficción, para que nuestros hijos y nietos no se metan en aventuras que casi nunca supimos resolver correcta y civilizadamente a lo largo de nuestra historia.

Los reyes Magos siguen actuando como lo hacen porque nadie nunca les dijo que lo hicieran de otra manera; si el machismo, el racismo y el fraude a la Hacienda Pública impera entre los Magos de Oriente, parte de la responsabilidad es nuestra. Y cuando en

Tanto en los Reyes Magos, como en la Monarquía española, mi balance entre lo gastado y lo recibido, el saldo es positivo.

algunos sitios se ha cambiado a los de Oriente por los del norte de Europa, el resultado ha seguido siendo el mismo; Papá Noel sigue haciendo lo mismo que los otros tres. De igual manera, la Corona española ha actuado como lo ha hecho porque nunca nadie le dijo que ese camino no llevaba a ninguna parte. Pero tengan en cuenta que si les tiramos de las barbas, desaparece la ficción y aparecerá un ser de carne y hueso. Y me estoy imaginando quien puede sustituirlos y se me pone el bello de punta.

Recientemente, estuve en Holanda y aprecié el progresismo de una sociedad de la que podríamos aprender algunas cosas. En algunos aspectos, los holandeses me parecieron más avanzados y modernos que los españoles. Hace solo unos días, la Reina Juliana abdicó en su hijo Guillermo. ¿Vieron ustedes la ceremonia de proclamación del nuevo Rey? Cualquiera diría, viendo a los holandeses acompañando a sus Reyes que estamos ante una de las sociedades más avanzadas de Europa.

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