No me insultes que llevo chanclas

No me insultes que llevo chanclas / Rosell
No me insultes que llevo chanclas / Rosell

Antes de que la sra. Tejerina insultara a los andaluces, la ex presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, afirmó que los madrileños estaban pagando la educación y la sanidad de los andaluces, por culpa de un sistema de financiación autonómica «injusto». Debe ser que pagan muy mal puesto que según su compañera de partido, Isabel García Tejerina, «en Andalucía te dicen que lo que sabe un niño de diez años es lo que sabe un niño de ocho en Castilla y León».

La cosa viene de lejos, porque la también popular Ana Mato, en una entrevista en Punto Radio, en marzo de 2008, aseguraba que «los niños andaluces son prácticamente analfabetos». Artur Mas alardeó de que los niños catalanes sabían hablar mejor el castellano que, por ejemplo, los sevillanos, a los que «no se entiende». Y el inefable ex portavoz del PP, Rafael Hernando, en marzo del 2015 ya dijo que «hay que sacar a Andalucía del pelotón de los torpes».

También Ciudadanos, en la campaña de 2015, quiso » enseñar a pescar» a los andaluces, como dijo Albert Rivera. O Duran Lleida, que colocó a todos los jornaleros recibiendo el PER y «todo el día en el bar de su pueblo». O Joan Puigcercós que afirmaba sin sonrojo que «en Andalucía no paga impuestos ni Dios». Anteriormente, el ex ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, ante una pregunta sobre la reforma de la ley del aborto, respondió a Elena Valenciano (PSOE) en el Congreso en marzo de 2014: «Usted quiere para Europa una tasa de paro del 35%, un fracaso escolar como el de Andalucía o que Europa tenga un sistema de expedientes de regulación de empleo (ERE) falsos, que es lo que caracteriza y define a Andalucía».

Montserrat Nebrera, diputada por el Partido Popular por Cataluña, en 2009, aludió al acento andaluz de la entonces ministra de Fomento, Magdalena Álvarez como «de chiste». Acento que también fue objeto de mofa en la cámara de Madrid en relación a Trinidad Jiménez cuando era candidata a la Comunidad de Madrid: «Es floja, le falta cuajo y su acento la hace más apta para Dos Hermanas o Vélez-Málaga», palabras de Juan Soler, portavoz adjunto del PP en la Asamblea de Madrid.

Jorge Verstrynge, uno de los voceros de Podemos, durante la emisión en directo del programa Al rojo vivo de La Sexta, el pasado 25 de octubre, quiso refrendar que lo que dijo la ex ministra Tejerina: «Es verdad, porque los jóvenes andaluces ponen por delante de los estudios otras cuestiones como mucho rebujito, mucha cervecita, muchas gambitas, mucha playita, mucho ordenador o móvil».

Los prejuicios que se intentan imponer desde fuera parece que no hacen mella en el conjunto de los andaluces que, mayoritariamente, apuestan electoralmente por aquellos partidos que conocen sobradamente las causas que provocaron la desigualdad de los diferentes pueblos de España, y que como consecuencia de aquellas desigualdades se producen situaciones que explican, si se quiere ser honrado, las diferencias interterritoriales en materia de educación y en otros aspectos de la vida. Parece ser que todos los citados anteriormente quieren ignorar lo que por obligación de sus cargos y representatividades deberían conocer. No puede dar el mismo resultado el informe PISA cuando en una región la mayoría de los escolares están estudiando en centros públicos, mientras que en otras, esos centros públicos comparten educación con centros privados o concertados. Así, en Andalucía en el curso pasado, el 74,3% del alumnado de enseñanzas del régimen general no universitarias estudiaba en centros de titularidad pública; el 20,4% lo hacía en centros concertados, y el 5,3% en privados. En Extremadura, el 80,3% estaba en los públicos, el 17,7% en concertados y el 2,0% en privados. Por el contrario, en Castilla y León, en públicos estudiaba el 67,9%, el 28,6% lo hacía en concertados, y el 3,5%, en privados. En Madrid, el 54,3%, en lo público, el 30,1% en lo concertado y el 15,6% en privados.

Los porcentajes no indican que la educación de los colegios públicos sea peor que la de los concertados o privados ni que los profesores de la concertada o privada tengan acreditada una mejor profesión ya que el único criterio de selección es el dedo del dueño del centro; lo que sí ponen de manifiesto es que los centros públicos acogen en su seno a todo tipo de estudiantes, sin discriminación racial, religiosa o idiomática, mientras que la privada y la concertada seleccionan, vía cuotas mensuales, a los alumnos. El informe PISA no puede dar el mismo resultado si el examen se realiza en un pueblo de Almería, en cuyas aulas pueden llegar a juntarse alumnos de diez o quince nacionalidades distintas, con lenguas y culturas diferentes, que si se realiza en un centro de Valladolid o en el concertado St. Paul’s School de Barcelona, en el que los alumnos pagan una cuota mensual de 850 euros, prohibida por la LOE de 2006 y prohibitiva para los hijos de los inmigrantes africanos que llegaron en pateras. Cómo va a ser igual el rendimiento del alumno calzado con botas Timberland que el que lleva unas chanclas que le sirven para ir a clase y al invernadero.

Leer «No me insultes que llevo chanclas» en El Diario de Sevilla

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