La secesión no se sostiene en la simple voluntad de separarse, sino en ausencia de democracia o injusticia. Si hay democracia, no cabe la secesión. Más exactamente, la secesión hace imposible la democracia: si yo me marcho porque no me gusta lo que todos hemos decidido entre todos, no hay decisión verdaderamente democrática. Levantar una frontera entre conciudadanos, hacerlos extranjeros, reducir la comunidad de derechos, de justicia y democracia, supone una vuelta a los tiempos oscuros.
Resulta preocupante que ahora que disfrutamos de un verdadero sistema democrático, un régimen en el que, por primera vez, caben todos: los ricos, los pobres y los de en medio; los catalanes y los vascos con sus singularidades, junto a los gallegos, los andaluces o los extremeños, con las suyas; los de izquierdas y los de derechas; los ateos y los creyentes; un sistema democrático en el que el concepto de ciudadano español ha pasado a ser exactamente eso, una verdadera ciudadanía, un marco de derechos y libertades para hombres y mujeres que vivimos en España, se oigan voces, cada vez más cercanas, que pretendan presentar esa ciudadanía española como sospechosa, como trasnochada o como espuria.
Muchos de los que nos sentimos ciudadanos de izquierdas tenemos problemas a la hora de comprender cualquier deslegitimación, no de la España en abstracto y patriotera, sino de la España actual, democrática, constitucional, plural, diversa y descentralizada donde, por primera vez, la izquierda y los progresistas hemos podido y podremos plantear y llevar adelante proyectos políticos de igualdad, libertad y solidaridad para todos y entre todos, igual que se hizo tras la aprobación de la Constitución.
Los que nos sentimos ciudadanos de izquierdas tenemos problemas a la hora de comprender cualquier deslegitimación de la España actual, democrática, constitucional, plural, diversa y descentralizada
Claro que si repasamos la historia, recordaremos que la llamada izquierda (¿?) independentista catalana, aprovechó la proclamación de la II República, el 14 de abril de 1931, para declarar unilateralmente la independencia de Cataluña, de la que desistió ante la promesa del Gobierno Provisional de elaborar el Estatuto de Autonomía, cuya aprobación no impidió que el 7 de octubre de 1934, aprovechando la revolución de Asturias, se revelara militarmente, liderada por Esquerra Republicana (ERC), contra el gobierno de la República, y volviera a proclamar la independencia, que se abortó por la declaración del estado de guerra por el gobierno Lerroux, en el que se condenó a los miembros de la Generalitat a 30 años de reclusión y se disolvió la autonomía. El Frente Popular no sólo los indultó y restauró la vigencia del Estatuto, sino que ERC tuvo 6 ministros en los gobiernos del Frente durante la guerra civil, a pesar de lo cual traicionaron a la República durante el conflicto como se revela en los artículos de Azaña, escritos desde el exilio en Francia, que quizá fueran los más amargos y acaso también los más lúcidos, especialmente los de Cataluña en la Guerra y la Insurrección libertaria y el Eje Barcelona-Bilbao, sobre la traición a la República de los independentistas catalanes en la Guerra Civil, a la que también se había referido en La velada de Benicarló, obra en la que acusa expresamente de traición a la Generalitat, y en la anotación del 19 de septiembre de 1937 en el Cuaderno de la Pobleta, en el que relata el duro encuentro en Valencia con Pi y Suñer, su amigo y conseller de la Generalitat, al que conocía cuando era alcalde de Barcelona, al que le reprocha duramente que Companys no se había privado de ninguna transgresión ni de ninguna invasión de las funciones del Gobierno de la República.
Y de nuevo la película ya vista. Vuelve la cabra al trigo. Estamos en democracia y en un sistema descentralizado, y a los independentistas no les gusta ocupar el ranking de la riqueza en España en el que se han situado con la democracia y con el sistema autonómico. Según la serie histórica de desarrollo regional de Julio Alcaide para el BBVA, en 1930 la primera comunidad en PIB por habitante era el País Vasco y la segunda, Cataluña. En el año 2000 Baleares era la primera; Madrid, la segunda; Navarra, la tercera, Cataluña caía al cuarto lugar; y el País Vasco, al sexto. Parece que a los nacionalistas catalanes les gustaba más ser los primeros. Claro que para eso tiene que haber dictadura y centralismo a ultranza, al estilo de los beneficios que obtuvieron con el proteccionismo nacionalista español, ya fuera con Cánovas, con Primo de Rivera, o con Franco.
Como los independentista saben que la independencia es imposible y que cuando mejor les fue era cuando no había libertad, tal vez lo que estén intentando es tensar tanto la cuerda para que llegue a romperse y así acabar con la democracia, la libertad y el autonomismo en España.
¿Será eso lo que buscan?
Leer «La mentira del plurinacionalismo» en El Diario de Sevilla
¿Y después de la votación de hoy en el Congreso te vas a dar por fin de baja en tu partido, cínico?
Eres culpable, como todos los de la España del 78.
Ten la decencia de pedir perdón a todos los que llevamos décadas bajo la bota del nazionalismo en Cataluña para que tú comas jamón.
Que digo que dónde me equivoco. No que quien insulta mejor. O crees que no sé hacerlo.