Se cumplió lo previsto. El Parlamento de Cataluña aprobó por mayoría la petición para que el Congreso de los Diputados ceda, por el artículo 150.2 de la Constitución, a la Generalitat la competencia para realizar una consulta soberanista. La resolución fue aprobada por 87 votos a favor (convergentes, republicanos, ecosocialistas y tres diputados socialistas del PSC), 43 en contra (PSC, PP y Ciutadans) y tres abstenciones.
Se vuelve a percibir que el Parlamento catalán está dividido en dos bloques. Uno, el mayoritario, formado por los grupos soberanistas, y otro, al que podríamos llamar unionistas. Hace unos meses, cuando Mas anunció su intención de convocar un referéndum, todo hacía pensar que el primer bloque, el de los unionistas, podría haber sido más amplio, cuantitativa y cualitativamente, si a él se hubiera unido el voto de los socialistas del PSC.
Cuantitativamente, porque los 87 votos podrían haberse convertido en 104 si a ellos se hubieran sumado los 17 del PSC, incluido en ellos el voto del dimisionario diputado y alcalde del Lleida, Àngel Ros, que ha dado, con su gesto, una muestra de honradez política. No se puede decir lo mismo de los tres diputados socialistas que rompieron la disciplina de voto impuesta por un partido que supo integrar la disidencia en sus listas, sin que esa disidencia advirtiera de que su inclusión en una candidatura de consenso al Parlamento de Cataluña llevaría aparejada la no aceptación de la estrategia política y parlamentaria del mismo órgano que les incluyó en la lista de candidatos.
Rubalcaba ha demostrado que su liderazgo ha conseguido reconducir el viaje que el PSC había emprendido y cuyo aterrizaje casi nadie dudaba que sería en el campo vallado por Artur Mas y por Oriol Junqueras
Cualitativamente, porque el resultado podría haber tenido una lectura aún más preocupante de la que salió después de la votación del jueves pasado. Y no sólo por lo cuantitativo, sino porque la fuerza que el PSC hubiera concedido a la propuesta soberanista hubiera sido mucho mayor en el caso de haberse alineado con esa posición en la votación del pasado jueves. Si no ha ocurrido así, considero necesario romper una lanza por los dos artífices de ese desenlace: Alfredo Pérez Rubalcaba y Pere Navarro.
El primero, el Secretario General de los socialistas españoles ha demostrado que su liderazgo ha conseguido reconducir el viaje que el PSC había emprendido y cuyo aterrizaje casi nadie dudaba que sería en el campo vallado por Artur Mas y por Oriol Junqueras. Cuando tantas críticas se lanzan contra Rubalcaba, no estaría de más que aquellos que defendemos una España libre, democrática y unida alrededor de un proyecto colectivo, reconozcamos que Rubalcaba ha conseguido que el PSC no se aventurara por el camino equivocado. Era difícil conseguirlo si recordamos el viraje que el PSC dio hace tan sólo unos meses, cuando la formación liderada por Navarro se manifestaba indecisa sobre su alineamiento y cuando la mayoría de los comentaristas políticos daban por hecho la ruptura PSOE-PSC por esa deriva nacionalista de los dirigentes socialistas catalanes.
Pere Navarro, también es merecedor de un reconocimiento público por quienes pensamos que su firmeza a la hora de mantener las tesis unionistas le está provocando un roto en la fortaleza de su partido
No se sabe si Rubalcaba aspirará o no a presentarse a las primarias que este fin de semana acordará realizar el Comité Federal del PSOE, pero de lo que no cabe la menor duda es de que el Secretario General de los socialistas españoles ha demostrado liderazgo y ha prestado un enorme servicio a España, posibilitando que el Presidente Rajoy sepa que puede seguir contando con el apoyo del PSOE para contener el desafío de los soberanistas catalanes. Piensen por un momento aquellos que tanta alegría sienten por la debilidad de los socialistas, lo que sería este país si no existiera el PSOE como partido defensor de la unidad de España en tierras catalanas. La aventura secesionista con el PSC dentro de la misma sería distinta que con el PSC fuera.
El Secretario General del PSC, Pere Navarro, también es merecedor de un reconocimiento público por quienes pensamos que su firmeza a la hora de mantener las tesis unionistas le está provocando un roto en la fortaleza de su partido. El liderazgo se demuestra cuando las cosas van mal o cuando las dificultades arrecian y recaen sobre los hombros de quien tiene la última palabra en la resolución de un conflicto. Navarro ha demostrado que se puede confiar en él cuando se trata de palabras mayores. Lo fácil para él hubiera sido haberse dejado arrastrar por el camino más fácil y por la borrachera demagógica que parece anidar en quienes se han propuesto conducir la nave catalana hacia un destino desesperado.
Navarro ha sido capaz de mantener la nave del socialismo catalán en los derroteros reconocibles para todos aquellos ciudadanos que queremos una España democrática, libre, descentralizada y reconocedora de los hechos diferenciales que anidan en los distintos territorios españoles; en definitiva, la España de los demócratas, la España que no querían los franquistas, la España que conquistamos cuando la dictadura bajó la bandera después de atropellar a cuantos lucharon por una Constitución que hoy nos reconoce y protege como ciudadanos, y que unos cuantos nacionalistas insensatos quieren mutilar.