El pasado sábado 15 de agosto, el señor Villar Mir envió una carta al director de este diario en la que calificaba de incalificable el artículo que firmaba yo el pasado 8 de agosto y que llevaba por título «¿Por qué no dimiten?» El autor de la carta afirma que en mi artículo «aludo a un infundio que se ha propalado en diversas versiones y que le cita como posible muñidor de un soborno supuestamente pagado por el consorcio que construyó el AVE La Meca-Medina y que, según el aberrante relato que circula, se habría entregado al jefe del Estado español en 2008, es decir tres años antes de que el proyecto fuera adjudicado a un consorcio español».
Termina su carta «emplazándome a que me retracte, ya que si no lo hago se verá obligado a presentar contra mí una querella por injurias, lo que desearía evitar».
Pues nada, señor Villar Mir, adelante con los faroles. Si cumple su amenaza me veré en el juzgado con sus servicios jurídicos, con los abogados de los propaladores en diversas versiones y con los letrados de los autores del «aberrante relato que circula» y que se atribuye a la señora Corinna Larsen y al señor Villalonga, amigo que fue de pupitre del presidente Aznar y presidente que fue de la compañía Telefónica. Que yo sepa, el señor Villar Mir no ha tenido el mismo deseo de justicia cuando se «ha propalado en diversas versiones» la conversación que, según dicen, grabó el comisario Villarejo a la señora Larsen y al señor Villalonga en la que le citan a él como la persona que pagó esa comisión de la que se dice que se entregó al rey Juan Carlos. ¿Por qué el señor Villar Mir no exige rectificación o amenaza de querella a esa señora y a ese señor? ¿Teme algo? ¿Por qué habiéndose publicado en decenas de medios de comunicación la conversación citada, el señor Villar Mir no ha dicho esta boca es mía desmintiendo dichas publicaciones con igual intensidad y defensa de su honor que pretende hacerlo conmigo?
«Muchos republicanos no hemos renegado de la Monarquía parlamentaria porque esta forma de Estado nos ha permitido -y a veces facilitado- vivir en libertad»
No quiero pensar que el señor Villar Mir concede más credibilidad a lo que yo digo en relación con el caso que nos ocupa que lo que han afirmado otros con más y mejores medios que lo míos, razón por la que se ha visto en la necesidad de exigirme bajo amenaza de querella una rectificación de lo expresado en mi artículo. En todo caso, el demandante debería aclarar qué parte de mi artículo debería ser rectificado. ¿Se refiere a este párrafo: «Habrá que investigar la que se quedó con la adjudicación para que declare si es cierto que el señor Villar Mir pagó esa cantidad al anterior rey de España. Si pagó, debería responder ante la Justicia por sobornar a un cargo público?». ¿O, tal vez, quiere que rectifique este otro?: «Pero si Villar Mir no hubiera pagado, ¿de qué se le acusa a D. Juan Carlos?».
Seguramente, el señor Villar Mir ha estado esperando para defender su honor y para defender la honorabilidad de don Juan Carlos I a que apareciera algún chivo expiatorio con el que poder desahogarse y al que poder amenazar en la creencia de que su supuesta debilidad y su procedencia extremeña podría hacerle sentir la sombra del miedo ancestral que persiguió a tantos extremeños en épocas anteriores a la libertad, y ponerlo de rodillas ante el señor marqués, ante el vuecencia de turno, sin pararse a pensar que marqués es menos que duque y que duques y duquesas ha habido que con las mismas ínfulas pretendieron arrodillarme pensando que Los Santos Inocentes seguían intactos en estas tierras antaño pisoteadas por tanto cacique.
No señor Villa Mir, no se confunda de enemigo. Yo no pretendo derribar el patrimonio que la Monarquía constitucional nos posibilitó con su decisión de no seguir los caminos fáciles que el régimen franquista pavimentó para que Juan Carlos I lo transitara. Yo soy un veterano militante socialista que ha visto cómo su proyecto político local, regional, nacional y europeo ha podido llevarse a buen puerto sin que la Monarquía parlamentaria haya significado un freno para la democracia, la libertad, la justicia y la igualdad. Quienes defendíamos la República como forma de Estado, no éramos republicanos para no ser monárquicos, sino porque históricamente la Monarquía en España no sintonizó con la democracia. En esta etapa que llevamos transitando desde 1975, muchos republicanos no hemos renegado de la Monarquía parlamentaria porque esta forma de Estado nos ha permitido – y a veces facilitado-vivir en libertad.
Yo he salido públicamente, solo y en compañía, a defender el legado político e institucional del Rey Juan Carlos. ¿Y usted?
Leer «Sr. Villar Mir: ¡adelante con los faroles!» en El Diario de Sevilla