Susana Díaz: dos riesgos (El correo de Andalucía)

Susana DíazDimitió Griñán. En estas mismas páginas escribí un par de comentarios sobre el anuncio del presidente de la Junta de Andalucía, en el pasado mes de julio, cuando anunció la convocatoria de primarias para elegir al próximo candidato a la presidencia del gobierno andaluz, que no su dimisión inmediata como ocurrió el pasado día 27. En esos artículos aventuraba las hipótesis que podían plantearse una vez que hubiera un candidato socialista, tras el proceso de primarias. El más lerdo de los comentaristas políticos adivinó que Griñán no podía seguir de presidente con una candidata sentada en su consejo de gobierno, esperando tres años hasta que se agotara la legislatura actual. Y efectivamente, Griñán, dimitió. No podía esperarse otra cosa.

Todo el mundo, socialistas y no socialistas, adivina que esa dimisión tiene que ver con el desagradable asunto de los ERE. Dije que el gesto de Griñán podría ser también leído como el último servicio que el expresidente quería prestar a su partido, llevándose del ronzal a la jueza de la pasarela Cibeles. Creo que también me equivoqué. La jueza va a seguir asediando con su investigación a todo el que se mueva y dejará para el final el bocado más suculento que le será servido al Tribunal Supremo cuando decida que el plato esté listo y sólo le falta la guinda final en forma de petición de imputación al senador, secretario general de los socialistas andaluces y presidente del PSOE, José Antonio Griñán.

Ha dicho Mario Jiménez, vicesecretario general de los socialistas andaluces, que Griñán resume “lo mejor” del proyecto socialista en Andalucía y será considerado como un “magnífico” presidente que ha sabido mejor que nadie interpretar este momento tan difícil en la historia de Andalucía. ¡Vaya definición! Hay gente que hace cosas importantes, léase Rafael Escudero, José Rodríguez de la Borbolla o Manuel Chaves, que trasformaron radicalmente la imagen y la realidad de Andalucía, y gente que resume bien lo que otros han hecho. Si esa es la idea que Jiménez tiene de Griñán, yo lo respeto, aunque para mí el que hasta el martes pasado fue presidente de la Junta de Andalucía tiene valores mucho más altos y cotizables que el de mero resumidor. Hay poca gente en el PSOE que tenga la inteligencia de Griñán y la capacidad de hacer entender los secretos del mundo laboral y las trampas que el capital trata constantemente de tender al trabajador para que, como el agua y el aceite, esta última siempre quede encima de la primera, sea cual sea la posición o los movimientos que sacudan al frasco que los contiene.

El que se va debe ocupar el asiento de atrás del autobús y dejar que el nuevo conductor escriba su propia historia

Sea como sea, la próxima semana, Andalucía contará con un nuevo presidente, o presidenta si las cosas transcurren en la investidura como están previstas. ¿Cuáles son los riesgos a los que se va a enfrentar Susana Díaz si finalmente alcanza la investidura? Dos son los más inmediatos, desde mi percepción de la realidad:

  1. Sabiendo que Griñán se va a mantener como secretario general de los socialistas de Andalucía, comenzará un movimiento en el seno de ese partido, dividiéndose el mismo entre griñanistas y susanistas. El papel de los primeros dependerá de la actitud y del rol que adopte el secretario general. Ya dije en estas mismas páginas, a propósito de la salida de Manuel Chaves de la presidencia andaluza, que es más difícil saber irse que saber llegar. Mi teoría es que el que se va debe ocupar el asiento de atrás del autobús y dejar que el nuevo conductor escriba su propia historia, trace el itinerario y conduzca según lo estime conveniente. Susana Díaz será a partir de su elección la conductora del autobús andaluz; sólo ella tendrá capacidad para acelerar, pisar el freno o el embrague, cambiar de marcha, mirar por el retrovisor y divisar el paisaje. Quienes estuvieron antes al frente del vehículo sólo pueden estorbar la conducción si a cada kilómetro recorrido se empeñan en decirle al conductor nuevo, como hay que circular. Cuando uno deja los mandos a otro, se sienta atrás y se calla, y sólo habla cuando el nuevo chofer o la mayoría del pasaje pide que diga algo de lo que está ocurriendo en el viaje. Griñán ya sabe lo que es eso y hará muy bien en aprender de su experiencia pasada.
  2. El PSOE va a poner el gobierno de Andalucía en manos de una mujer joven, aunque con dilatada experiencia en las filas del socialismo democrático. No es, pues, la edad lo que puede acarrear problemas al PSOE. Algunos asumimos esas mismas responsabilidades en edades aun más tempranas. El gobierno andaluz es la conjunción de los intereses del PSOE y de los de IU. Los anteriores presidentes socialistas supieron en todo momento mantener clara la línea que separa un proyecto socialdemócrata de un proyecto multicolor. La fuerza de IU ahora o de los comunistas andaluces antes no fue nunca capaz de superar la aceptación popular que supuso el proyecto político de los socialistas. Ahora tratarán de conseguirlo. Susana Díaz tiene la responsabilidad de gobernar Andalucía y de tratar de impedir que el PSOE entregue esa mayoría de progreso que ella representa a quienes ya, probablemente, se estén poniendo la servilleta al cuello para comérselo.
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