La cadena de televisión, la Sexta, nos ofreció la noche del domingo pasado un excelente programa, dirigido y presentado por “Gonzo”, que versó sobre los peligros que se esconden en las redes sociales. El título era el siguiente: “Las redes sociales: la fábrica del terror (Parte 1)”.
El periodista entrevistó durante la hora que duró el programa a Arturo Béjar, ex directivo de Facebook, quien destapó los secretos más oscuros de la plataforma.
Según ese ex directivo, que trabajó durante 25 años en Facebook y en Instagram, descubrió el peligro de ambas redes cuando su hija, menor de edad, fue víctima de agresiones sexuales y recibió vídeos que nunca deberían poder ser vistos por los menores, por su violencia, pornografía o por su incitación al suicidio.
A la pregunta del entrevistador sobre si prohibió a su hija salir de Instagram, el ex directivo negó esa opción, lo que le quitó bastante autoridad en el resto del programa. Pero, de cualquier manera, él y otras personas con responsabilidades en las redes sociales advertían e incluso denunciaron en el Senado de EEUU la situación en la que se ven envueltos los menores de edad que visitan esos lugares.
Mientras se emitía la entrevista, pensé en los anuncios que el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el del gobierno de España, Pedro Sánchez, habían lanzado, a propósito de la guerra de Oriente Próximo, para que los Estados de la Unión Europea se nieguen a vender armas a Israel.
Todas las guerras son injustas, bien porque hay un agresor que ataca, bien porque hay un agredido que se defiende del agresor. Entonces, si no hay una guerra justa, el anuncio de impedir la venta de armas debería hacerse extensivo a todos aquellos países que mantienen agresiones injustas que devienen en conflictos armados. Parece claro que eso no es posible; ningún país que posea una industria de guerra va a dejar de vender armas a quienes estén dispuestos a comprarlas.
Así que está bien ese deseo, pero no llegará a ninguna parte. Lo que sí podrían hacer los países miembros de la Unión Europea era dictar una normativa de obligado cumplimiento para los 27 con la que se prohíba acceder a las redes sociales si ellas no instrumentalizan el mecanismo pertinente para evitar el acceso a las mismas de los menores de 16 años. Los que hablaron desde dentro de las mismas nos recordaron la cantidad de trastornos físicos y mentales por los que atraviesa buena parte de los menores de edad en nuestros países. Unidos esos trastornos a los suicidios como consecuencia de las adicciones a esas redes. Esos mismos profesionales aseguraban en el programa de la Sexta que el dueño de Facebook y de Instagram es conocedor de las posibilidades reales de poder impedir esos accesos a ese tipo de redes. Si no lo hace es porque para él importa más el dinero y el poder que la salud y la vida de nuestros menores.
España, que pretende liderar algunas causas nobles, tiene aquí la oportunidad de ponerse a la cabeza de una medida que resulta más fácil de conseguir que la de la venta de armas a Israel.