Los líderes sociales, políticos, empresariales, financieros, educativos, tienen la responsabilidad de convertir en normal lo que hasta ese momento se vino articulando por la emergencia del Covid-19. Ese virus nos obligó a reaprender para hacer de diferente manera lo que antes hacíamos de otra forma. No todo lo que hacíamos antes del Covid respondía a pautas lógicas. Muchas actividades las realizamos porque aparentemente siempre se hicieron así. Llevo varias horas sentado frente a este ordenador escribiendo las líneas que está usted leyendo. Desayuné suculentamente a los ocho de la mañana y espero almorzar dos platos y un postre para, después de un pequeño duerme vela, volver a sentarme en mi sillón favorito y leer algunas cosas hasta la hora de la cena. Tras un poco de televisión, mañana seguiré con el ritmo de hoy.
Tres comidas al día. ¿Por qué? Porque siempre se hizo así. Siempre se hizo así porque los trabajos manuales con esfuerzo físico obligaban a reponer calorías para poder seguir realizando trabajos durísimos que gastaban cantidad de energía. Pero hoy, esas calorías no son necesarias porque la forma de trabajar ha cambiado radicalmente. Mucha gente, como yo, pasa horas y horas sentado en un sillón o en una silla realizando trabajos sin apenas gasto calórico. Seguimos comiendo tres veces porque así se hizo siempre, aunque la forma de vivir y de trabajar haya cambiado sustancialmente.
Vamos a trabajar a la oficina porque siempre se hizo así, sin reparar en que hubo tiempos en que el trabajo estaba donde vivía el artesano o el campesino; fue la revolución industrial la que hizo que el trabajador fuera a vivir donde estaba la fábrica; no tendría nada de anormal o de extraño que, de nuevo, el trabajo vuelva a donde vive el trabajador. Cada vez son más las empresas que de manera parcial están recurriendo al trabajo remoto en días seleccionados por la propia empresa o pactados con el trabajador. De esa manera, el horario de la jornada laboral dará paso al trabajo por objetivos. El trabajador estará obligado a cumplir los objetivos fijados por la empresa dejando al arbitrio del trabajador el horario en que desarrolla y ejecuta esos objetivos.
Sé que más de uno negará esa nueva forma de trabajo que, además, alterará las relaciones laborales en la empresa. Trabajar por objetivos sabiendo que la oficina ya no está en un bloque de pisos sino en el bolsillo de cada trabajador o en la mesa de trabajo de su casa o de su apartamento. Un PC o un smartphone contienen toda la información que muchos trabajadores necesitan para desarrollar su actividad laboral.
Los adolescentes de hoy son nativos digitales. Una criatura de tres años ya tiene conocimientos rudimentarios para manejar un teléfono móvil. En la Comunidad Madrid, y al parecer en otras que le copian, pretenden prohibir el uso de pantallas en los niveles obligatorios de educación. Se encontrarán con un alumnado que es digital dieciocho horas al día y analógico las seis horas de la jornada escolar. Un choque de consecuencias catastróficas que llevará directamente al fracaso del sistema educativo.
Hoy, un quirófano no se parece en nada a los del siglo pasado. Un cirujano del siglo XX no se atrevería a operar en este primer cuarto del siglo XXI. Un maestro o un profesor si estaría dispuesto a dar clases en cualquier escuela o instituto de la Comunidad de Madrid. Parece que todo cambia menos el sistema educativo implantado por los jesuitas en el siglo XVI.
Que buena reflexión!!!!
Yo llevo años cenando un platano