Vuelve el debate sobre la jornada escolar: ¿partida o continua? Para una u otra opción existen opiniones a favor y en contra. A veces se escuchan argumentos que ponen por delante de la cuestión la conciliación familiar o la imposibilidad de ajustar horarios de los padres o tutores a los de la jornada escolar. Solo aquellos razonamientos que piensan en el interés del alumnado son los que deben privar en la decisión que finalmente se adopte.
Creo que fue Extremadura la primera Comunidad Autónoma que apostó por la jornada escolar continua. Tras un debate en los centros escolares y un referéndum entre los padres de los alumnos, se decidió apostar por la jornada escolar continua. La decisión fue muy criticada por la Federación Nacional de las AMPAS. Y en esa sigue la región extremeña.
Extremadura es una extensa región de 41.000 kilómetros cuadrados y 380 pueblos. La anterior jornada partida ofrecía actividad escolar por la mañana y hora y media por la tarde. Cualquiera que haya sido docente en la educación obligatoria sabe que una hora y media, después de almorzar, no aporta casi nada al conocimiento del alumnado. Aquella parte del alumnado que vive en las ciudades continuaba su jornada escolar partida, fuera del sistema, en clases de idiomas, danza, gimnasios, música, etc. Podían hacerlo si contaban con centros que impartían esa tipo de enseñanzas y si sus familias disponían de los recursos necesarios para hacer frente a ese tipo de enseñanza particular.
Ocurre que una parte importante del alumnado, disponiendo de esa oferta, no podía pagarla. Y ocurría que en los pueblos de tamaño pequeño, ni aún pagándola, algunos alumnos que viven en esos pueblos podían acudir a esas actividades por falta de oferta. Se creaba así una doble discriminación: alumnos que tenían oferta educativa y no podían pagarla y alumnos que pudiendo pagarla no podían acudir a ella porque no existía.
Cuando la Junta de Extremadura apostó por la jornada continua no cerró los centros al terminar la jornada de mañana. Los mantuvo abiertos y contrató a profesores en paro para que en horario de tarde pudieran ofrecer a los alumnos que así lo estimaran clases de materias optativas fuera del currículo oficial.
Sin duda, esa opción es algo más cara que la jornada partida. Pero ofrece posibilidades para que los alumnos en pueblos pequeños o alumnos en ciudades puedan adentrarse en tareas y adiestramientos que no hubieran podido ejercitar si la jornada hubiera sido partida e impartida mañana y tarde por el mismo profesorado de cada centro y con el currículo oficial.
Después de estas consideraciones, entra en liza el interés de los padres de alumnos. Esos intereses que tienen que ver con el horario de trabajo de los progenitores o tutores, con la conciliación familiar, con el horario del almuerzo, etc. están en segundo plano y deberán ser resueltos en función de los intereses de los alumnos. La Escuela no es el lugar donde se solventan esos distintos intereses. La Escuela es el lugar en el que un grupo de profesores organiza la jornada de cada centro pensando en los alumnos que la sociedad les entrega para su formación. Otros serán los encargados de tener en cuenta ese objetivo y, así, articular los intereses de la familia de los alumnos.
Nunca fui –ni soy partidario- del gratis total universal. Recuerdo que cuando acompañaba a mi hija al centro escolar, el primer día de clase, algunos padres de alumnos me preguntaban que para cuando la gratuidad de los libros de textos. Antes de contestar a la pregunta, me interesaba por saber cómo habían pasado el verano. Desde Disney Paris a Nueva York, había para todo. Les hacía entender que no comprendía que demandaran libros gratis –o ahora comedor gratis- quienes se habían gastado más de diez veces el valor de los libros de texto en vacaciones, sin duda, merecidas. Nunca le faltaron libros gratis a aquellos alumnos pertenecientes a familias que no se podían permitir ese tipo de vacaciones.