Sin lugar a dudas, a la mayoría de los ciudadanos nos causó sorpresa e indignación cuando tuvimos noticias de la entrevista que mantuvieron los ministros de Exteriores de Estados Unidos y Rusia, en Arabia Saudí, para hablar sobre la actual situación de Ucrania. Que fuera en Arabia Saudí ya indicaba que las cosas transcurrirían por derroteros autoritarios. Y así fue. Trump apoya la invasión de Ucrania por parte de Rusia y responsabiliza a Zelenski de esa invasión.

Tanto la Unión Europea como el propio presidente ucraniano manifestaron su descontento por haberlos ignorados en una mesa en la que se iba a hablar de Ucrania. No parecía sensato que se marginara a quien tenía mucho que decir al respecto. En España el gobierno consideró desafortunada esa reunión sin la presencia de Ucrania.
Recientemente hemos sabido por boca del presidente de ERC que el gobierno se disponía a ejecutar el acuerdo que mantenían sobre la condonación de parte de la deuda de la Generalitat catalana. Posteriormente, la ministra de Hacienda no tuvo más remedio que avanzar que esa condonación se haría extensiva al resto de Comunidades Autonómicas.
No se entiende muy bien que se proteste con razón la reunión de dos interlocutores para hablar de Ucrania sin la presencia del Jefe del Estado ucraniano y que, sin embargo se considere natural que gobierno de España y un partido catalán se reúnan para hablar de la deuda de la Generalitat de Cataluña sin la presencia del Presidente de la Generalitat de Cataluña. ¿Qué papel le reservaban los negociadores al presidente catalán? Su papel ha quedado reducido a un mero espectador que deja hacer y deshacer sin que él tenga nada que añadir u objetar.
Junqueras reclamó ese compromiso que no atribuía a ningún regalo sino a la compensación por una mala financiación de la Comunidad Autónoma de Cataluña. Como tenemos mala memoria o nos fatiga acudir a las hemerotecas, olvidamos recordar al señor Junqueras que él formaba parte del gobierno catalán cuando el 15 de julio de 2009, su consejero de Hacienda declaró a la salida de la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera, donde se aprobó el actual modelo de financiación, que el nuevo sistema “no sólo es bueno para Cataluña, sino que también lo es para el conjunto de España”. Castells celebró y valoró el acuerdo porque “con él, se cumple estrictamente el Estatuto de Cataluña y por el hecho de que se produzca un cambio de modelo”.
Eran esos días en los que la prensa valoraba la astucia de los negociadores catalanes que, según esa prensa, siempre acababan las negociaciones con las alforjas llenas. Y esa fue la valoración de la prensa en todos los sistemas de financiación autonómica que se han aprobado hasta la fecha. Pujol era un genio y Cataluña siempre ganaba. O eran ignorantes y les engañábamos o mienten cuando se quejan de una financiación pésima para Cataluña.
Y, hablando de Cataluña, le vi el domingo pasado por la noche en un programa de televisión. Le contó al entrevistador que un día la jefa del sitio donde trabajaba le llamó al orden y le dijo: “usted es un cero a la izquierda”. Cuando salió elegido diputado al Congreso por un partido independentista, se fue al centro de trabajo donde le dijeron eso y le preguntó a la jefa: “¿y ahora quién es un cero a la izquierda?” Me recordó eso de “usted no sabe con quién está hablando”. No hizo falta más tiempo ni más palabras para definir mejor al personaje.
Y hablando de Ucrania. No tengo más remedio que dar las gracias al presidente Trump por su impagable contribución al despabile de la Unión Europea. Gracias a su forma de hacer política. Europa parece haber entendido que se acabaron los tiempos de la observación y del análisis. Se acabó la modorra europea. Gracias a Trump, Europa se ata los machos y se dispone a ejercer el liderazgo que había dejado en manos de EEUU. Si somos una potencia demostremos que estamos en condiciones de ejercer como tal y dejemos de hacer el imbécil en economía, en política, en defensa y en tecnología. Se acabó asfixiar las iniciativas innovadoras y la regulación de las que vienen de fuera. Menos regulación y más innovación.
Que la burocracia y el poder político de la Comisión Europea revisen lo hecho hasta ahora y comience un viaje en dirección contraria subsanando todos los errores cometidos en las dos últimas décadas en las que Europa se durmió mientras el mundo cambiaba.
Gracias por tus reflexiones compañero. Esperemos que esta Europa deje de ser miope.