Como a tantos otros, la muerte de Javier Lambán me dejó un cierto sabor a helado de pistacho. Algo amargo porque nuestro querido y admirado Javier Lambán aún era joven para salir de la vida. Él, como otros responsables de gobiernos autonómicos y municipales, fue desalojado de la presidencia de Aragón por una cuestión de tiempo. Si las elecciones generales hubieran precedido a las autonómicas y municipales, la salud de Javier le hubiera jugado de igual forma una mala pasada, pero Javier hubiera muerto siendo presidente de la Comunidad Autónoma de Aragón.

Unos meses fue el tiempo que transcurrió entre ganar o perder. En cualquier caso, ganando o perdiendo, Lambán siguió defendiendo sus ideas sobre España que mejor casan con la ideología socialista. Lambán, que se inició en la política desde opciones izquierdistas, pero autoritarias, desembocó en la socialdemocracia del PSOE buscando la libertad, la democracia y la libertad de expresión.
No fue entendido ni comprendido por quienes mantienen una idea de la izquierda donde prima y se recompensa la obediencia ciega a los dirigentes. Lambán había leído a quien fue una figura del socialismo democrático alemán y posteriormente del Partido Comunista alemán, Rosa Luxemburgo, que en su libro La Revolución Rusa, escribió: “La libertad es siempre y exclusivamente libertad para aquel quien piensa diferente”. (…) “La libertad, sólo para los miembros de gobierno, no es libertad del todo. La libertad es siempre la libertad de los disidentes. La esencia de la libertad política depende no de los fanáticos de la justicia, sino de los efectos vigorizantes y benéficos de los disidentes. Si libertad se convierte en privilegio, la esencia de la libertad política se habrá roto”. Rosa Luxemburgo, La revolución rusa, 1918.
No fue amparado en su derecho a pensar libremente y de manera diferente, convirtiéndose así en un disidente al que no se le perdonaba su capacidad de analizar y expresar lo que veía y sentía. Jamás hizo ningún ataque ad hominem. Expresaba públicamente su disconformidad con asuntos que afectan al proyecto socialista y a la igualdad entre los ciudadanos. Era su derecho.
Junto al sabor amargo de la desaparición del amigo y del entrañable compañero, se ha emparejado el sabor dulce del pistacho. Quienes no supieron o quisieron elevar a Lambán como figura sobresaliente del socialismo español han esperado a que su ciclo vital terminara para cantar alabanzas del fallecido. La muerte mejora mucho al muerto.
No creo que nada de lo dicho por quienes le vilipendiaron haya reconfortado a quien fue ejemplo de coherencia, inteligencia y socialismo mientras estuvo en esta vida. Al fallecido Javier ya no le servían palabras huecas y homenajes distantes y fríos. Sí valdrá para satisfacer a quienes tenemos la mala costumbre de pensar por nuestra cuenta. Visto lo visto con Javier, esperemos la hora de nuestro final para recibir la recompensa, los elogios y las palabras de quienes ni nos comprendieron ni nos ampararon por haber tenido el coraje ser libres y ejercer de socialistas, alejados del cesarismo que se destila en un PSOE irreconocible.
Javier Lambán se habrá ido de este mundo con el dolor de saber que su discurso, tantas veces aplaudido por la militancia socialista aragonesa, hubiera sido recibido con pitidos y bronca en la apertura del 18 Congreso Regional del PSOE aragonés, celebrado el sábado 15 de marzo de 2024. Como me confesó unas semanas antes de su celebración: Sé que si digo en ese Congreso lo que vengo diciendo desde hace años, recibiré la censura y el reproche de quienes hasta entonces me aplaudían y aclamaban. No asistió a ese Congreso en el que sería despedido como secretario general socialista de Aragón. No se lo impidió la enfermedad. Se lo vetó el temor a la ingratitud. En la conciencia de algunos quedará el dolor de un Lambán enfermo y apesadumbrado por las deslealtades.
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Perfecto Juan Carlos, el cesarismo imperante hoy en el partido socialista, si dura mucho, producirá su autodestrucción de forma inexorable.
Los socialistas de la Transición, debemos vacunarnos preventivamente de los que están inoculando la autodestrucción del partido con veneno autocratico.
Perfecto Juan Carlos, los socialistas que estuvimos en la Transición, tenemos que vacunarnos de forma preventiva, para evitar que el partido socialista entre en un proceso de autodestrucción por gérmenes autocráticos que evidentemente, se están desarrollando en la vida interna del partido, y por consiguiente en la sociedad española.