¿Por qué pagar 5000 euros?

Inmigrantes en un cayuco
EFE

Los visados se han convertido en una herramienta del poder blando de los Estados para impedir la llegada de los migrantes del sur hacia el norte global. La solicitud de visados en los países del sur sigue siendo un método que vulnera los derechos fundamentales: la imposibilidad de acceder a los consulados por falta de canales de comunicación, la completa falta de objetividad a la hora de solicitar los documentos que hay que aportar, cuya inexistente lista sigue cambiando según el interlocutor, el dinero que hay que pagar y que no se devuelve si la solicitud es denegada, la sospecha de corrupción, las negativas orales sin explicación ni motivación (…) La externalización de ciertos servicios consulares a operadores privados que sustituyen a la Administración. La embajada de España en Camerún hace pagar a los usuarios una tasa extra a un abogado o a un notario que colabora con la embajada para que este verifique la autenticidad de los documentos nacionales de Camerún. Los visados se han convertido en un negocio rentable para los consulados y las embajadas europeas en África.

Tal vez estos párrafos copiados del libro La luna está en Duala de Sani Landan (Plaza Janés, 2023), un africano de Camerún, graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Loyola de Andalucía, y que ha pasado por ese proceso migratorio que describe en su libro, puedan dar respuesta a la pregunta que muchos se hacen. ¿Por qué están dispuestos a pagar 5000 euros a las redes de inmigración ilegal arriesgando sus vidas en una patera pudiendo tomar un avión mucho más barato y más seguro?.

Las enormes dificultades para obtener un visado en el sur benefician a esas redes ilegales. Resultan falsas todas las declaraciones que hacen los políticos de los países del norte cuando dicen luchar contra la inmigración alternativa a la legal. Cuando las vías legales adolecen de la supuesta corrupción expuesta más arriba, es inevitable el uso de las redes de mafias por quienes sienten la necesidad de huir de países situados en la orilla equivocada. Cada vez que se hable de mafias de inmigración, será necesario preguntar por las veces que esos inmigrantes fueron a los consulados a obtener un visado que siempre o se les negaba o se les vendía. Parece evidente que serían muy pocos, por no decir ninguno, los que arriesgarían sus vidas en el Mediterráneo o en los países por donde deben pasar para huir de la persecución, de la miseria, de la falta de libertad si los consulados funcionaran con la misma diligencia y con el mismo rigor y transparencia que funcionan cuando el inmigrante viaja del norte al sur.

No resulta aceptable que la Unión Europea sea comprensible, solidaria y hospitalaria con quienes huyen de la masacre rusa en Ucrania y sea tan restrictiva y tan poco acogedora y tan brutal con quienes huyen de la muerte en países con Sudán o Níger. Tal vez seguimos amparándonos en la frase de Montesquieu cuando escribió que “Es imposible que Dios haya puesto un alma en un cuerpo negro”.

Quienes se niegan a recibir inmigrantes africanos, además de seguir los pasos de la extrema derecha, se amparan en la frase “inmigración ordenada”. Cuando se les pregunta “¿ordenada por quién?”, la respuesta no se hace esperar: “ordenada por nosotros”. Pero si somos nosotros los que queremos viajar a África, no hay orden que valga, ni consulados a los que comprar, ni declaraciones que hacer, ni justificación de los medios que emplearemos para estar en esos países sureños. Orden para venir aquí. Libertad para ir allí.

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