¿Qué hubiera dicho Maquiavelo?

Seguro que dentro de Vox habrá militantes o simpatizantes que consideran que en ese partido no existen líderes con la suficiente capacidad para censurar al Gobierno

Cuando me enteré de que el Grupo Parlamentario Vox volvió a presentar una moción de censura, haciendo uso de lo que establece la Constitución y el Reglamento del Congreso de los Diputados, no pude evitar pensar inmediatamente en los soldados de la Antigua Grecia o del Imperio Romano que se contrataban para vigilar las mercancías (de ahí lo de mercenario). Cuando no había mercancías que guardar, el mercenario se ofrecía al mejor postor para combatir, para luchar, para guerrear a su servicio.

El presidente de Vox, Santiago Abascal y el candidato de la moción de censura, el profesor Ramón Tamames EP

No sé las razones por las que me vino a la mente esa historia. Estoy seguro de que entre quienes se han involucrado recientemente en la moción de censura de Vox, habrá sin duda auténticos conversos, pero también perfiles más parecidos a los de los soldados que en la antigua Italia alquilaban sus armas por dinero. Según relata el orador griego Isócrates, los mercenarios eran pobres económica y moralmente. En la moción de Vox no se da la situación de pobreza y, por lo tanto, por donde andaría yo para pensar en ese tipo de combatiente.

En Ucrania, el grupo Wagner constituye una poderosa organización paramilitar que se surte de antiguos profesionales de la milicia rusa y de condenados por diversos delitos

A lo largo de toda la historia, la figura del mercenario ha estado siempre presente. No hay que irse muy lejos, dejando atrás a griegos y romanos, para recordar que L. Paul Bremer, enviado del presidente de EEUU, Bush, a Irak, se hizo acompañar por una guardia personal de mercenarios –los Blackwater-, provocando cierto malestar en los altos mandos militares del ejército más poderoso y mejor dotado del mundo. Y ahora, y aquí cerca, en Ucrania, el grupo Wagner constituye una poderosa organización paramilitar que se surte de antiguos profesionales de la milicia rusa y de condenados por diversos delitos que se alistan con esos grupos para suplir prisión a cambio de su trabajo como mercenarios.

La verdad es que sigo sin entender la razón por la que la moción de censura de Vox me ha retrotraído a los griegos del siglo V a.C. y a los mercenarios rusos del siglo XXI. Son de esas asociaciones de ideas que, tal vez, surgen del subconsciente y que, poco a poco, van refrescando la memoria retrotrayéndola al bachillerato de entonces, recordando conceptos y lecturas que, por ejemplo, el gran Maquiavelo narra en su conocida obra, El Príncipe; en ella aconseja que “cualquier príncipe o república prudente que busque mantenerse debe apoyarse en armas propias y no en armas ajenas, especialmente en tropas mercenarias”.

Si trasladamos las guerras al parlamento, somos capaces de distinguir al converso -aquella persona que sintiendo que se equivocó en su elección partidaria cambia de partido- del mercenario (llamado tránsfuga en el argot político) con características similares a los soldados que se alquilaban para combatir contra un enemigo a cambio de algún beneficio económico o de cualquier otro tipo.

Depositar en alguien ajeno la defensa de las posiciones políticas propias conlleva ceder una parte muy importante del programa y del ideario de esas políticas

Pero, aunque se me haya venido a la cabeza la figura del mercenario, que nada tienen que ver con lo que se ventila en el Congreso entre hoy martes y mañana miércoles, seguro que dentro de Vox habrá militantes o simpatizantes que consideran que en ese partido no existen líderes con la suficiente capacidad para censurar al Gobierno y, por eso, acuden al mercado para encontrarlos en otros lares. Para Maquiavelo, es mejor sufrir una derrota con tus ejércitos que una victoria con los ajenos.

Y creo que el florentino lleva mucha razón. Quienes hayan oído o leído las declaraciones de estos últimos días del candidato propuesto por Vox para liderar la moción de censura, no tendrá más remedio que convenir que depositar en alguien ajeno la defensa de las posiciones políticas propias conlleva ceder una parte muy importante del programa y del ideario de esas políticas. Por eso, con Maquiavelo podemos coincidir en que en una guerra resulta más prudente apoyarse en armas propias que no en las ajenas.

Pero bueno, no sé a qué vienen todo esto si no estamos en guerra, ni existen mercenarios. Y, además, no siempre los mercenarios han gozado de mala prensa; ahí tenemos el ejemplo de la Guardia Suiza del Vaticano, que es un ejército de mercenarios que sirven a los Papas católicos desde el siglo XV sin que hayan dado motivos para el escándalo.

Al final, el candidato de Vox dará su conferencia en el salón de Plenos del Congreso de los Diputados como si la diera en los desayunos del Ritz o en los de la Nueva Economía Fórum. Y todos habrán cumplido su papel.

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