Una comisión gestora, ¡ya!

Una comisión gestora, ¡ya!
Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Algo tendrá el PSOE cuando tanta atención despierta y tanta gente opina sobre el futuro de la organización socialista. Sorprende que se celebre el fin del bipartidismo y que se haga tanto hincapié en uno de los dos partidos que han sostenido el Gobierno de España durante tantos años.

“Hay que escuchar a la calle” o “los militantes tienen derecho a ser oídos” son dos de las frases más repetidas desde que Alfredo Pérez Rubalcaba, secretario general del PSOE, anunciara en rueda de prensa que la Comisión Ejecutiva Federal que él dirige convocaba un Congreso extraordinario para el 19 y 20 del próximo mes de julio. Si hay que escuchar a la calle y a los militantes, ¿qué han hecho los dirigentes socialistas en estos tres años? ¿Se volvieron sordos? Si no han escuchado a la calle y a los militantes ¿a quién escucharon?
El anuncio de Congreso extraordinario ha trastocado los planes y la agenda del PSOE para los próximos meses. Si en lugar de anunciar la celebración de un Congreso, Rubalcaba hubiera adelantado el proceso de elección por primarias abiertas del candidato a presidente del Gobierno de España, previsto para noviembre, al mes de julio, la fiebre hiperdemocrática desatada para elegir al secretario general socialista por el voto de todos los afiliados y no por sus delegados no hubiera hecho acto de aparición.

La elección directa por afiliados no está prevista en los estatutos del partido socialista y hasta que Eduardo Madina no lo ha reclamado como condición para aspirar a la Secretaría General, a nadie se le había ocurrido incorporarlo

Nadie sabe a ciencia cierta qué procedimiento es el mejor; lo que sí se sabe es que la elección directa por afiliados no está prevista en los estatutos del partido socialista y que hasta que Eduardo Madina no lo ha reclamado como condición para aspirar a la Secretaría General, a nadie se le había ocurrido incorporarlo como norma en esos Estatutos. Y lo que sí se sabe es que de aceptarse esa forma de elección, el PSOE pasaría de un sistema de elección representativo a un sistema de elección directa. Y eso es mucho cambio como para dejarlo en manos de una dirección que se va.

Para dar ese viraje, sería necesario realizar un Congreso que modificara los estatutos federales del PSOE que, por el momento, lo prohíben. Algún dirigente ha dicho que  “siempre se encuentran pretextos para no dar voz a la gente”. Si en lugar de decir esa frase refiriéndose al  PSOE se refiriera a Cataluña, su discurso se parecería como una gota de agua a otra gota de agua al de los dirigentes de CIU y de Esquerra cuando se lamentan por las trabas que desde otras instancias se ponen para evitar que puedan llevar adelante un referéndum sobre la independencia de Cataluña.

Los estatutos federales del PSOE son para los socialistas que militan en ese partido como la Constitución para los ciudadanos españoles. Conforta saber que la Constitución española no puede vulnerarse para hacer algo que no se puede hacer, salvo que siguiendo el procedimiento, se cambie dicha Constitución; por el contrario, desmoraliza contemplar la facilidad con la que socialistas y no socialistas reclaman el incumplimiento de los estatutos del PSOE ante el aplauso de parte de la sociedad y de buena parte de medios de comunicación que, a raíz de ese intento, clasifican a los militantes socialistas en dos categorías: los modernos, jóvenes, progresistas y abiertos a la sociedad, por un lado, y la vieja guardia, los antiguos, los viejos, los retrógrados, por otro. En el primer apartado, se situarían los que no tienen el menor inconveniente en saltarse los estatutos o en buscar subterfugios que permitan lo que aquellos no autorizan; entre los segundos, los que piden un mínimo respeto a la norma y a las formas.

Si los nacionalistas catalanes, que llevan ya un tiempo reclamando subterfugios para poder hacer lo que la Constitución no permite, fueran inteligentes, dejarían todos sus argumentos a un lado y se apuntarían al discurso de los modernos, jóvenes, progresistas y aperturistas socialistas para exigir que se busquen fórmulas que permitan que los catalanes puedan votar porque como dicen algunos, “siempre se encuentran pretextos para no dar voz a la gente”.

Lo que sí supone una tremenda falta de respeto a los militantes socialistas, y puede ayudar a entender la propuesta de Madina, es el casual y coordinado pronunciamiento de distintos secretarios generales regionales a favor de la candidatura de Susana Díaz para la Secretaría general del PSOE

Hasta donde yo sé, un congreso extraordinario para elegir a una nueva dirección no se convoca ni se organiza por la comisión ejecutiva que está en activo en el momento de la convocatoria. Un congreso adquiere la condición de extraordinario porque, como consecuencia de una anomalía, la dirección dimite y, ante el vacío de poder que se produce, una comisión gestora convoca y organiza el congreso extraordinario. ¿Es eso lo que está ocurriendo en el PSOE en estos momentos? Decididamente, no. La comisión ejecutiva federal no ha dimitido y por ahí vienen todos los problemas. Quienes aspiraban a presentar su candidatura a la Presidencia del Gobierno en las primarias de noviembre no se fían de una comisión ejecutiva que organiza un congreso extraordinario para irse, en lugar de dimitir y dejar que una gestora independiente, respetada y fiable se encargara de esa eventualidad. Y tampoco se fían de los delegados que puedan acudir al congreso para elegir una nueva dirección. Aquí por lo que se percibe, nadie se fía de nadie. En consecuencia tratan de articular un procedimiento que mate dos pájaros de un tiro: elección directa del secretario general por todos los afiliados que, por la fuerza de los votos de los militantes, anula la posibilidad de realizar unas primarias para candidato a presidente del Gobierno.

En el supuesto de que triunfara la tesis de elección del secretario general por el voto directo de los afiliados como la fórmula perfecta para cambiar y abrirse a la sociedad, alguien tendría que explicar para qué, entonces, un congreso. Si los delegados entraran en ese congreso con el secretario general elegido por los militantes o señalado por ellos en una votación consultiva, al estilo del invento del PSOE gallego, a nadie le debería quedar la menor duda de que los delegados en ese congreso no tendrían otra cosa que hacer que no fuera ratificar todo aquello, nueva comisión ejecutiva incluida, que emanara del libre albedrio del nuevo secretario general. ¿Qué delegado osaría contradecir la voluntad de quien deberá su cargo al conjunto de la militancia del PSOE y no a sus representantes congresuales?

Se dice una cosa y su contraria sin solución de continuidad, provocando un desconcierto en la militancia que ya no sabe qué propuesta será la definitiva

Lo que sí supone una tremenda falta de respeto a los militantes socialistas, y puede ayudar a entender la propuesta de Madina, es el casual y coordinado pronunciamiento de distintos secretarios generales regionales a favor de la candidatura de Susana Díaz para la Secretaría general del PSOE. Tanto Tomás Gómez, de Madrid, como Ximo Puig, de la Comunidad Valenciana, como César Luena, de La Rioja, como José Miguel Pérez, de Canarias, o Javier Lambán, de Aragón, no pueden dar su apoyo a nadie si detrás de su nombre se une su condición de representante de los socialistas de tal o cual territorio porque, que se sepa, no han consultado con sus respectivos militantes para saber la posición de cada una de esas federaciones. Nadie va a discutir la valía de la presidenta de la Junta de Andalucía, pero bastaría con escuchar a los socialistas de Castilla-La Mancha para saber que Cospedal no atiende esa Comunidad porque entretiene su tiempo en Madrid como número 2 del PP. Imaginen lo que sería su gobierno en Castilla-La Mancha si fuera la número 1. Sería mucho más útil para el PSOE si esos secretarios generales, en cuyas federaciones el PSOE ha sufrido derrotas inexplicables, siguieran el camino de Rubalcaba y de Patxi López, como ejemplo de asunción de responsabilidades que, seguro que es lo que pide la calle a la que se quiere escuchar.

Estamos asistiendo a la lógica del punto y seguido. Se dice una cosa y su contraria sin solución de continuidad, provocando un desconcierto en la militancia que ya no sabe qué propuesta será la definitiva. Esta situación requiere la dimisión de la comisión ejecutiva federal, de los secretarios generales que obtuvieron en sus federaciones resultados equiparables o peores que los del PSOE a nivel nacional y nombramiento de una comisión gestora, que sin criterios territoriales sea capaz de articular una agenda que permita a los militantes reconciliarse con su partido.

Artículo publicado en Elconfidencial.com

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