diciembre 2014

Mejor Probemos que Podemos

El juego ha cambiado; a la sociedad le interesan otras formas de hacer política

Se ha dicho hasta la saciedad, y se ha ejemplificado mil veces, que la crisis que vivimos no se parece en nada a otras de las que ha habido a lo largo de la historia. Y no es parecida porque esta no es una crisis de viene y va; lo que está pasando es la consecuencia de un cambio de época que, además de alterarlo todo, se está encargando de destrozar las certezas que hasta ahora parecían incuestionables. Cuando todo cambia y lo que antes era cierto ya no lo es, no queda más remedio que parar o que tratar de circular y avanzar sin certezas y sin seguridad. Ni la privacidad, ni el concepto de valor, ni la información, ni el tiempo, ni el espacio, ni la identidad, ni las fronteras pueden definirse y, por tanto, abordarse, como se definían antes de la aparición de Internet.

Pero… ¿y Podemos?

Partidarios de la independencia festejan en Barcelona el resultado del 9N (EFE)

Como es sabido, los nacionalismos que hoy conocemos en España (sobre todo, el catalán y el vasco) son en una parte importante el resultado de la transformación o, si se quiere ser más precisos, de la secularización y modernización del foralismo o fuerismo que caracterizó al tradicionalismo español en el siglo XIX. Este, a su vez, era expresión de las resistencias que se oponían, desde distintas zonas de España, a los sucesivos intentos de centralización política (primero con el Conde-Duque de Olivares, luego con la Monarquía Borbónica y finalmente con el liberalismo centralista).

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