abril 2013

Recuperar el país (elconfidencial.com)

Ni resulta fácil gobernar en estos momentos en España ni resulta sencillo ejercer la oposición de manera responsable desde la perspectiva de un partido con vocación de gobierno. Dos escenarios: El país está hundido; la credibilidad de la política, los políticos y la democracia representativa, también.

El principal partido de la oposición, el PSOE, tiene que decidir qué quiere ser.

En el congreso de Sevilla, se enfrentaron dos concepciones de lo que debe ser el PSOE en la oposición: los que pretendían situar al partido socialista como el partido más grande de la izquierda española y los que apostaban por un PSOE como el partido hegemónico del centro izquierda español. En el final de los 70 del siglo pasado, el PSOE era el partido más grande de la izquierda española, como se puso de manifiesto en las elecciones generales de 1977 y 1979, donde obtuvo 118 y 121 diputados respectivamente; fueron buenos resultados en comparación con los que obtuvieron otras formaciones situadas dentro de ese espectro político, pero situaba al PSOE muy lejos de los 176 diputados necesarios para obtener la mayoría parlamentaria para poder gobernar sin hipotecas.

Llevan razón quienes piensan que el PSOE, en estos momentos, es un partido sin sustancia, sin peso, enclenque y encogido

Fue el aldabonazo de Felipe González en el 28 Congreso del PSOE, anunciando que no se presentaría a la reelección de la Secretaría General, el que propició que el PSOE diera un giro en sus principios programáticos y en su estrategia y se situara, en el escenario político nacional, como el partido hegemónico del centro izquierda y como el partido con vocación de gobierno en los momentos tan delicados en los que vivía España en esa época.

Muchos de los que en Sevilla apostaron por la opción de situar al PSOE como el partido más grande de la izquierda o no habían nacido o eran menores de edad cuando ese cambio radical llevó al partido socialista al Gobierno en 1982, con un resultado abultado de 202 diputados.

Rubalcaba sí estuvo en esa operación, y esa fue la razón fundamental para que ganara el Congreso de Sevilla con el voto de quienes aspiraban a dar una nueva vuelta de tuerca a un partido que no debe perder su vocación de partido central en la política española.

Los desplantes y desaires del Gobierno de Mariano Rajoy a los múltiples ofrecimientos de acuerdo y negociación que ha ofrecido Rubalcaba en estos  meses de gobierno popular, no deben desanimar al Secretario General de los socialista españoles ni deben servirle para meterse por un camino que desvirtúe la vocación gubernamental del PSOE.

Llevan razón quienes piensan que el PSOE, en estos momentos, es un partido sin sustancia, sin peso, enclenque y encogido, frente al PSOE de los años 80 que era un partido esponjado, abierto y donde encontraba asiento buena parte de la sociedad, que aspiraba a ayudar a un partido que tenía vocación de recuperar a un país que, como España, necesitaba grandes dosis de moral, de esperanza y de optimismo.

Y de eso se trata, de que el PSOE, que ahora está en la oposición, trate por todos los medios de ayudar a recuperar al país, huyendo de esa manida y errónea frase de “aunque sea a costa de los intereses del partido”, porque como ya dijo Largo Caballero en los tiempos terribles del enfrentamiento civil, “si los socialistas ayudamos a salvar a España, fortaleceremos a nuestro partido”. Si el PSOE, aquí y ahora, contribuye real y eficazmente a sacar a España del atolladero en el que está metida, contribuirá, sin ningún género de dudas, a reforzar el papel del PSOE y a  paliar la mala imagen que tiene la democracia representativa en España.

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EL MACHO DE LA PIARA.

Por fin apareció el macho de la piara, el tal Jesús Garzón, que se fue a la COPE a mentir como un bellaco sobre mí y sobre el PSOE. Por lo visto, él solito ha descubierto lo que nadie fue capaz de hacer nunca: que lo de Gallardo ha sido un negocio privado para beneficio del PSOE y mío.

¿Cómo estuvo callado tanto tiempo? ¿Cómo no lo denunció antes? ¿Tendrá agallas para irse al fiscal anticorrupción a contar lo que sabe o simplemente alguien le está pagando para que siga viviendo del cuento que es de lo que ha vivido siempre? Porque es un cuento lo que cuenta y una infamia lo que dice. Pero si está tan seguro, esta es la oportunidad para llevarse por delante a los socialistas, esos seres tan infames que le dieron de comer durante tres años.

Él, tan valiente, ¿por qué se acobarda y no va al fiscal?

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