noviembre 2022

No son los mejores

Casi todo un país aplaudiendo a unos tipos que, por lo visto no saben nada sobre derechos humanos. Ellos, al parecer, solo saben pegarle patadas a un balón

La selección española celebrando un gol ante Costa Rica. EP

La euforia se desató entre los forofos de la selección de futbol española, la llamada “roja” para evitar lo de “nacional” y así no ofender a los nacionalistas que siguen con la matraca de que España es una de las tantas naciones que conforman la península ibérica. La “roja” le ganó a la selección nacional de Costa Rica por siete goles contra ninguno de los centroamericanos. Que se sepa, los jugadores, técnicos y directivos de la Federación Española de Fútbol no han tenido ni un solo gesto para manifestar su rechazo a un país, Qatar, que tiene mucho dinero y poca libertad.

Si se pierde territorio, se pierde libertad

Destruir la Constitución que nos protege nos hace menos libres. Podríamos vivir sin Cataluña, pero no podemos ni queremos vivir sin libertad

Pere Aragonés, presidente de la Generalitat junto a Oriol Junqueras, líder de ERC

La nacionalidad, en este caso la española, es algo que se adquiere con el nacimiento y la inscripción en el Registro. Puesto que no se trata de un sacramento, debemos concluir que la nacionalidad española no imprime carácter, de donde se infiere que aquellos que no la quieran deberían pedir su renuncia a ella de manera individualizada, sin pretender arrastrar a todo un pueblo a esa renuncia. En caso contrario se entenderá que se quiere ser español. ¡Como se quiera!; ¡Con las diferencias que se quieran!, incluido el ser español no practicante. Y los españoles, por muy diferentes que seamos, somos todos iguales ante las leyes. O español o no español, ésta es la cuestión.

Sexilio

Sexilio / Rosell

Es tanta la terminología que se emplea en el lenguaje político y periodístico actual, que resulta francamente difícil situarse en el contenido concreto de una frase o de una palabra. Hace pocos días leí en un periódico de tirada nacional un artículo sobre la situación del independentismo en Cataluña que impedía situar la acción de lo que ocurrió por el mareo de fechas que manejaba el periodista. Muchas de ellas hacían referencia al día y al mes, pero evitaba señalar el año al que hacía referencia. Era agobiante tener que tratar de recordar en que año situar el 1-O o el 27-N o el 16-S. No creo en la mala fe del periodista, pero si pienso que, o por falta de profesionalidad o por falta de tiempo o porque sospecha que todos los ciudadanos no tenemos otra cosa que hacer que recordar esas fechas «históricas», pues que no hacía falta aclarar los años en los que ocurrió lo que el periodista nos contaba.

¿Cómo estuvimos tan ciegos?

¿Cómo pudimos creer que los independentistas atacaban el artículo 2 de la Constitución, cuando solo estaban realizando una alteración del orden público?

Los doce líderes independentistas acusados por el proceso soberanista catalán. Europa Press

En mis tiempos de juventud, luchar por la libertad de expresión era sinónimo de progresismo. Un país o una organización se apellidan democráticos si los miembros que forman parte de los mismos gozan de la libertad de expresión. Y esa libertad solo existe si puede ser ejercida por el discrepante sin cortapisas, salvo las establecidas por ley. Por eso en países como en China, en Corea del Norte o en Cuba, la libertad es solo una palabra sin efectos en el conjunto de la población.

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