ABC

La última pirómana

El escritor Heinrich Heine escribió en 1821 “Ahí donde se queman libros se acaba quemando también seres humanos”. Tal vez esa premonición fuera la que hizo exclamar a Sigmund Freud, al enterarse de que algunos libros suyos habían sido quemados: “¡Cuanto ha avanzado el mundo: en la edad media me habrían quemado a mí!”. Lamentablemente, el mundo avanza en algunas facetas y retrocede en otras; Freud que murió en1939 vio como en 1933, cuando los nazis del Nacionalsocialismo tomaron el poder en Alemania, se inició una campaña liderada por la Unión Estudiantil Nacionalsocialista, que concluyó en la quema de libros de autores judíos, pacifistas y marxistas, frente a la Universidad Humboldt, en Berlín, y que fue imitada poco después por más de veinte universidades alemanas. Esos incendios sirvieron para calentar más el ambiente antisemita y para desmentir al padre del psicoanálisis en su constatación del avance de la humanidad. A él no lo quemaron pero, pocos años después de su muerte, y tras la Noche de los cristales rotos, en 1938, los mismos que quemaron libros, quemaron librerías, sinagogas y negocios judíos, como prólogo de lo que fue la Solución final que eliminó por gaseamiento, fusilamiento y otro tipo de asesinatos a seis millones de judíos.

Bolsas y flores

A los hijos de Isaías Carrasco

La pregunta es: ¿Qué hacían a la puerta de la cárcel de Logroño tantos medios de comunicación el pasado día 29 de febrero? ¿Cuáles eran las urgencias informativas de la población española como para que tanto periodista y tanta cámara de televisión estuvieran desde tempranas hora de la mañana, esperando la salida de un preso que había ingresado en prisión por su pertenencia a banda armada? ¿Qué esperaban que dijera semejante personaje? ¿Qué tiene de noticiable que alguien salga de prisión después de haber cumplido condena por haber sido de ETA? Tanta gente de la prensa fue la excusa que le sirvió a Otegi para afirmar que a los demás presos no se les dispensa tal tratamiento informativo; que si estaba allí tanta cámara de TV, por algo sería. Y ese algo para él -y para los que piensan y mataban y secuestraban como él- es que él no era un preso que había sido encarcelado por haber delinquido sino por haber pensado políticamente de manera diferente a como se piensa por el resto de los ciudadanos. Que él era un preso político.   Tanta cámara animó, también, a Pablo Iglesias a proclamar a los pocos minutos de la puesta en libertad de Otegi que su puesta en libertad era una buena noticia para los demócratas y que nadie debería ir a la cárcel por sus ideas.

Mi voto al PSOE es incompatible con el préstamo de senadores a ERC y DiL

Escribo estas líneas desde lo que históricamente fue la España de la marginación, de la falta de oportunidades y de la sangría de la emigración. Muchos no estamos dispuestos a que, una vez más, el silencio nos haga cómplices de procesos que marginen a nuestros territorios. Me atengo, pues, a una estricta lealtad al proyecto político encarnado en la Constitución de 1978, y reivindico mi derecho, y el de millones de ciudadanos, a no ser considerados sospechosos de nada por el simple hecho de defender, junto con quienes compartan esta visión positiva, el texto constitucional y lo que está significando para España.

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