Consuelo en el voto
No es extraño que el votante tradicional de la izquierda decida dar la espalda a aquellos partidos que tendrían la obligación de defender una política de igualdad
Las generaciones de la primera mitad del siglo XX hicieron dos guerras mundiales o dos guerras civiles, como se quiera. La consecuencia, murieron diez millones de personas en la primera y veinte millones fueron heridos o mutilados. Y en la segunda, más de cincuenta millones de muertos. En el período que fue de la primera a la segunda guerra mundial, las clases dominantes y las élites conservadoras de Europa, sobre todo en los países más importantes, tal vez asustados por la radicalización que comenzaron a ver en la clase obrera como consecuencia de la revolución bolchevique en Rusia, se alinearon con las nuevas fuerzas políticas ultraconservadoras, xenófobas, racistas y nacionalistas. Las instituciones liberales de gobierno entraron en barrena y la democracia se debilitó con el triunfo de dos totalitarismos: el comunismo y el fascismo. Por el contrario, la generación de la segunda mitad del siglo XX, expandieron la democracia y la fortalecieron; en esa ocasión las élites conservadoras apostaron por la colaboración con la socialdemocracia y con los liberales creando el más largo proceso y progreso y periodo de tiempo de estabilidad democrática. De lo dicho extraigo la siguiente conclusión: la estabilidad y fortaleza de la democracia en Europa no depende tanto de las amenazantes fuerzas extremistas tipo Le Pen o Trump o Abascal, sino de la actitud que adopten las élites conservadoras en relación con los partidos populistas, racistas, xenófobos que están apareciendo por doquier.
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