Pactar es la palabra de moda en el vocabulario del perfecto demócrata. Casi nada se sabe de lo que se quiere pactar. Eso sería lo menos transcendente si se supiera, se pudiera o se quisiera explicar el beneficio de la renuncia y los objetivos del consenso.
La debilidad partidaria sólo podría ser compensada por la fortaleza de las Instituciones. Pero no parece que vayan las cosas por esos derroteros
Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo Sotelo en el Congreso. Europa Press
Adolfo Suárez ganó el referéndum para la reforma de 1976. Se inició lo que más tarde se conoció como la Transición española de la dictadura a la democracia. Desde ese momento, el único legitimado por las urnas fue Suárez. Todos los demás comenzaron a tener presencia y protagonismo público, pero no estaban legitimados por las urnas. Esa legitimación le permitió hablar de tú a tú a quienes, viniendo de la clandestinidad y de la lucha contra la dictadura franquista, de cuyo partido único (Movimiento Nacional) Suárez era el secretario general, les faltaba pasar por el refrendo popular.
Más de 100 intelectuales llaman a la unidad de “las fuerzas del cambio”. Mover ficha por la unidad popular, es el título del manifiesto que encabeza el admirado y gran director de cine Pedro Almodóvar.
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