monarquía

Pueblo cainita

Tras su exilio voluntario a tierras árabes, el Rey Juan Carlos I ha vuelto a España en lo que es su segundo viaje. Hay opiniones para todos los gustos. Las que más llaman la atención son los de aquellos ciudadanos que, considerándose republicanos, arremeten contra D. Juan Carlos por sus idas y venidas. Dicen que esos viajes suponen un deterioro para la figura de su hijo, el Rey Felipe VI y, consecuentemente, para la Monarquía parlamentaria española. No se sabe muy bien en donde radica la sinceridad de sus palabras. No es posible entender que un republicano no se alegre de lo que supuestamente deteriora la imagen de la Monarquía. Si esos republicanos son auténticos y sinceros, deberían estar reclamando constantemente la visita del supuesto enemigo de Felipe VI; cuanto más veces venga a España tanto mejor para los objetivos de quienes apuestan por el cambio de modelo de Estado. Así que una de dos: o quienes se preocupan por el daño que D. Juan Carlos infringe a la Monarquía son los auténticos monárquicos españoles o su republicanismo es pura fachada que no se compadece con sus actos y declaraciones.

Viva la España de los ‘perfectos’

Viva la España de los ‘perfectos’ / Rosell

El pasado 29 de septiembre se publicó en un periódico digital una crónica que firmaba una periodista del corazón, haciéndose eco de una información que escribía otra periodista en su blog de la revista Lecturas, que, a su vez, se hacía eco de lo que, al parecer le relató una persona que estuvo presente en la recepción que ofreció el rey británico, Carlos III, el pasado día 18 del mismo mes, en el Palacio de Buckingham a los invitados al funeral por la difunta Reina Isabel II.

No sé a qué facultad o escuela de periodismo habrán ido las citadas más arriba. Una no tiene inconveniente en contar lo que cuenta otra, que a su vez cuenta lo que le contó otro, un invitado que, según dice una de ellas, al parecer estuvo allí. Vamos, lo contrario de lo más elemental en periodismo. Alguien no tiene inconveniente en difamar a otra persona con el solo argumento de lo que cuenta una tercera a la que le contó algo un cuarto. Un cuarto al que nadie conoce por lo que los lectores tenemos todo el derecho a dudar de la veracidad de lo cotilleado. Como no sabemos quién es el testigo, no podemos saber si estuvo o no estuvo en la recepción.

Caerse del guindo

Podía hacer lo que le diera la gana porque ni mediáticamente ni popularmente se le puso la raya que no se le hubiera consentido cruzar

El Rey emérito Juan Carlos a bordo del Bribón

Don Juan Carlos volvió a España y ha dado alimento a cuantos no arriesgan nada con opiniones que admiten cualquier tipo de variante. Se puede estar en contra o a favor. Se puede exteriorizar sensación de escándalo o de alivio por el regreso. Oyendo a algunos tertulianos uno no sabe a qué carta quedarse. Da la sensación de que los más enojados por el daño que el Rey anterior ha infligido a la Monarquía son aquellos que más la aborrecen. Y si tanto la denigran, parecería lógico que manifestaran alegría y elogiaran, en lugar de insultar, a quien tanto bien está haciendo por la causa republicana. Jamás se podría imaginar Felipe VI que le iban a salir tantos defensores de la Monarquía desde la orilla republicana. Si quieren República, que lo expresen claramente y dejen de dar la tabarra con el Rey anterior. 

¡O A SETAS O A ROLEX! (Relato de ficción)

Han pasado seis meses desde que el Congreso de los Diputados aprobó una ley orgánica por la que se limitaba a los actos propios de la Jefatura del Estado  la inviolabilidad del  Rey de España. Cualquier delito cometido por el titular de la Corona española fuera de su responsabilidad institucional será juzgado de acuerdo con las leyes comunes que rigen para el conjunto de los ciudadanos.

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